El conflicto de espionaje de décadas entre Rusia y Occidente se está intensificando por la guerra en Ucrania. Pero ¿qué se sospecha que están haciendo los servicios de inteligencia rusos y cómo afectará a las operaciones clandestinas de Putin en el extranjero la expulsión de sus funcionarios de las capitales?

Cuando Rusia atacó con sus fuerzas militares a Ucrania en 2014, también desplegó sus servicios de inteligencia en Occidente de diversas maneras, desde interferencia en las elecciones de Estados Unidos con ataques cibernéticos hasta envenenamiento y sabotaje en Europa.

Pero en los últimos meses, la guerra de espionaje se ha intensificado.

Los países occidentales intentan infligir un daño duradero a la capacidad de la inteligencia rusa para llevar a cabo operaciones encubiertas. La expulsión sin precedentes de 500 funcionarios rusos de las capitales occidentales es un símbolo de ello.

Formalmente, estos funcionarios se describen como diplomáticos, pero se cree que la mayoría son agentes de inteligencia encubiertos.

Algunos habrán estado realizando espionaje tradicional, cultivando contactos y reclutando agentes que puedan transmitir secretos, algo que los países occidentales también hacen dentro de Rusia.

Pero se cree que algunos estaban llevando a cabo lo que los rusos llaman “medidas activas”. Estas van desde la difusión de propaganda hasta actividades encubiertas más agresivas. Polonia dijo que los 45 rusos que expulsó estaban involucrados en acciones para “socavar la estabilidad” del país.

Misiones destacadas

Desde 2014, las agencias de inteligencia occidentales han estado trabajando para identificar a los espías rusos involucrados en tales actividades.

Uno de ellos es la Unidad GRU 29155 de la inteligencia militar rusa, que se cree que está encargada del sabotaje, la subversión y el asesinato.

Tomó casi siete años descubrir que la unidad estaba detrás de una gran explosión que destrozó un depósito de municiones en un bosque checo en octubre de 2014.

Entre ellos se encontraban algunos de quienes estuvieron involucrados más tarde en los envenenamientos de Salisbury, Reino Unido, en 2018.

Los sospechosos del envenenamiento de Salisbury en 2018: Alexander Petrov (izquierda) y Ruslan Boshirov.

El mismo equipo también intentó envenenar a un traficante de armas en Bulgaria que había almacenado armas en el depósito checo; una teoría era que la explosión y el envenenamiento estaban relacionados con su suministro de armas para Ucrania, donde el conflicto acababa de comenzar.

Los miembros de esa unidad también participaron en sacar a los líderes prorrusos de Ucrania en 2014. La inteligencia occidental sigue vigilándola de cerca.

Desequilibrio entre Rusia y Occidente

Pero marcar espías individuales es un trabajo costoso.

Mientras que los espías occidentales en Rusia han estado durante mucho tiempo sujetos a vigilancia las 24 horas, sus homólogos rusos en las capitales occidentales no lo han sido.

“Cuanto más grande es la presencia, más difícil es controlar exactamente lo que están haciendo”, le dijo un funcionario estadounidense a la BBC.

Pero esto ahora puede estar cambiando. Los funcionarios occidentales dicen que las expulsiones recientes son más que un gesto simbólico de protesta: son parte de un impulso más amplio para degradar la capacidad de Rusia para hacer daño.

Algunos cazadores de espías también dicen que la expulsión masiva se ha retrasado mucho. Los rusos “se han estado riendo de nosotros” por nuestra tolerancia a su presencia, dice un funcionario.

“Estamos tratando de infligirle un costo a Rusia para reducir sus capacidades ofensivas y su habilidad para proyectar una amenaza contra sus vecinos y Occidente”, asegura un funcionario.

“Varias naciones europeas han tomado medidas para reducir la capacidad del servicio de inteligencia ruso en toda Europa. Todos estos son pasos diseñados para reducir sus amenazas hacia nosotros”.

Expulsiones desde varios países

Se cree que algunos países han tenido una presencia particularmente significativa. Berlín expulsó a 40 rusos.

Sin embargo, un funcionario de inteligencia occidental dijo que creía que Alemania había alojado previamente a cerca de 100 oficiales de inteligencia rusos, sirviendo como un “portaaviones” para sus operaciones.

¿Por qué Reino Unido no ha expulsado a nadie? Las autoridades dicen que todos fueron expulsados después de Salisbury y que los únicos espías que quedan son oficiales “declarados” que actúan como enlaces para los contactos formales.

Es probable que el MI5 los vigile en busca de cualquier señal de que están realizando actos encubiertos.

En EU las expulsiones se basan en investigaciones de cada individuo. “Todas las decisiones sobre a quién expulsar se basan en inteligencia recopilada por el FBI en función de lo que están haciendo”, explica un funcionario estadounidense.

Los países occidentales han estado cooperando para garantizar que cualquier persona expulsada no pueda simplemente solicitar una visa en otro país.

Los funcionarios de seguridad consideran que el volumen de expulsiones en un período corto tendrá un impacto “debilitador” en la inteligencia rusa mientras esta se esfuerza por determinar cómo pueden continuar las operaciones y quién puede ser ubicado dónde.

Rusia ha tomado represalias expulsando a los diplomáticos occidentales. En la práctica, es probable que más de estos sean diplomáticos “reales” en lugar de espías.

Una de las quejas de los servicios de seguridad occidentales ha sido durante mucho tiempo el desequilibrio en el número de diplomáticos rusos en los países occidentales y la proporción de espías, en comparación con los occidentales que sirven en Moscú.

Rusia expulsó a 40 alemanes, pero eso representa alrededor de un tercio de toda la presencia diplomática en su capital.

¿Giro de lealtades?

La invasión de Ucrania puede ofrecer otras oportunidades. Eventos pasados como el aplastamiento de la Primavera de Praga por Moscú en 1968 causaron desilusión entre algunos dentro del estado secreto en Moscú, abriendo el camino para su reclutamiento como agentes occidentales.

En Washington D.C, el FBI ha publicado anuncios por internet dirigidos a personas cercanas a la embajada rusa, según un informe del diario The Washington Post.

Los alentaron a hablar con el FBI, utilizando imágenes de Vladimir Putin avergonzando públicamente al jefe de la agencia de inteligencia extranjera de Rusia, la SVR.

Desde 2014, Ucrania ha sido el epicentro de una lucha encubierta más brutal, en la que cada lado intenta reclutar y erradicar espías, pero también con asesinatos de altos funcionarios ucranianos.

Las agencias de inteligencia y las fuerzas especiales occidentales también han estado entrenando a sus homólogos ucranianos durante años, junto con una asistencia militar más abierta.

Han ayudado a atrapar espías rusos y han ofrecido capacitación en acciones encubiertas, incluso por parte de la Rama Terrestre de la CIA.

Las batallas de espionaje aún podrían escalar, particularmente porque la actividad encubierta presenta una opción para que Moscú le apunte a las líneas de suministro que traen ayuda militar para Ucrania.

Un ataque con misiles contra convoyes o instalaciones en Polonia sería muy arriesgado, ya que podría desencadenar el principio de autodefensa del Artículo 5 de la OTAN, lo que conduciría a un conflicto total.

Pero los funcionarios de inteligencia occidentales dicen que les preocupa que el tipo de operación de sabotaje que se vio en la República Checa en 2014 pueda intentarse en Polonia dado su papel clave como punto de partida para los suministros que ingresan a Ucrania.

Este tipo de operaciones clandestinas a menudo las llevan a cabo rusos que viajan dentro y fuera de un país en lugar de diplomáticos. Pero las embajadas proporcionan la infraestructura necesaria para que realicen sus actividades, explica un funcionario de inteligencia occidental.

Y la esperanza será que las expulsiones a gran escala harán que eso, además del espionaje tradicional, sea mucho más difícil ahora, sobre todo porque habrá menos espías para vigilar.

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