CDMX.- Paul Banks lideró a su grupo al escenario más importante del país, lo hizo elegante, sobrio, casi sin mostrar emociones, enfocado en expresar a través de la música.
Y lo logró con creces. Delante de él estaba una mole humana animosa, atenta, interminable. Más de 160 mil personas que no se perdieron un segundo de los más de 90 minutos de sonidos post-punk revival que los han acompañado durante todo este siglo cambiante.
“Ya llevamos 20 años viniendo a México y siempre ha sido bueno, en nuestro corazón un ‘second home’”, les dijo Banks al romper el hielo en su primer discurso.
“Un sitio tan especial en nuestros corazones que ni las palabras llegan a comunicar cómo nos sentimos hacia todos ustedes. Gracias por venir y por apoyarnos todos estos años. We love you””, añadió.
Desde su primer concierto, en 2005, la banda ha cosechado una amplia base de seguidores que, aunque habituados a las visitas de la banda neoyorquina, se mantiene fiel al punto de atiborrar el Zócalo en un concierto memorable.
Así, con un escenario propicio, Interpol comenzó a atacar la batería, el bajo y la guitarra de forma agresiva con canciones como “C’mere”, “Say hello to the angels”, “Narc” y “My desire”, acompañados por un juego de luces que emanaban detrás de los músicos, provocando un contraluz, como emulando a un sueño entre los fans y su banda.
Un espacio en complicidad
Y los miles de asistentes hicieron su parte: justo frente al escenario no había espacio para uno más, y el impulso de los que se aferraban a entrar provocaba que los otros asistentes se movieran sin desearlo, arrastrados por la marea emocional del momento.
Más atrás, cerca del Palacio Nacional, había algo de espacio para bailar, algunos tranquilos, además, fumaban un cigarrillo o tomaban una cerveza de las que se vendían de contrabando: “Cuánta chela, cuántas chelas, cuánta chela, cuántas chelas”, se oía.
El público, compuesto en su mayoría por personas de entre 25 y 35 años de edad, igual hizo honor a la marihuana, pues muchos acudieron después de la marcha por la legalización en el marco del Día de la marihuana, que se celebra cada 20 de abril desde 1971.
Pero también hubo espacio para familias completas que, en compañía de sus hijos, pudieron disfrutar del concierto, subiéndolos a sus hombros, mientras los pequeños seguían el ritmo de temas como “Lights”, “Pioneer to the falls” y “The Rover”, dando así sus primeros pasos en el mundo del rock.
Incluso gente en situación de calle disfrutó bailando junto al grupo, quitándose la camiseta, escapando de la realidad.
“Quiero tomar un momento para decir, muchas gracias a la Ciudad de México por invitarnos a tocar aquí en este lugar increíble, tan histórico, con todos ustedes. Gracias por venir para hacer un recuerdo increíble para nosotros, para todos”, siguió Banks, antes de “Untitled”, “No I in Threesome” y “Stella was a diver and she was always down”.
Sus fans más fieles, quienes los han visto en vivo en otras ocasiones, siguieron este último tramo precisos en dónde había que aplaudir, qué gritar y cuándo guardar silencio para apreciar el momento iluminado por sus celulares.
Así, con los edificios teñidos de un rojo intenso, junto al negro de la noche y la bandera de México ondeando, se despidió Interpol de la que dicen, es su segunda casa.