Por María Cabadas

María Asunción Avendaño García, profesora del Colegio de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, creó junto a su maestro Jesús Manuel Macías Medrano, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, la primera base de datos sobre tornados, mediante la cual confirma que de 2000 a 2023 ocurrieron 773, para un promedio de 61 por año. Este 2024 serán 50 aproximadamente.

El documento, llamado Tornados México, da cuenta de la presencia de esos fenómenos en regiones como Michoacán, Hidalgo, Tlaxcala, Coahuila y Ciudad de México.

“Un tornado se define como una columna de aire que rota violentamente en contacto con la superficie de la Tierra, por debajo de una nube cumuliforme, y a menudo, pero no siempre, es visible como un embudo”, explicó.

En el Instituto de Geografía de la UNAM ofreció la conferencia “Tornados en México”, como parte del Fórum de Geografía. Pláticas Académicas primer semestre, en la cual precisó que, dependiendo de su origen, se pueden clasificar en dos tipos:

Tornados superceldas, que se crean de una tormenta severa de larga duración cuyo viento se encuentra en rotación, conocidos como mesociclón o supercelda. Y los no superceldas o no mesociclón, que son generalmente menos severos y en su mayoría se forman bajo nubes cumulus congestus.

Para medirlos, existen las escalas Fujita Pearson, que considera las categorías débil, fuerte y violenta, así como leve, moderado, significativo, severo, devastador e increíble. Asimismo, la Fujita Mejorada, que ofrece además detalles de los indicadores de daño en las casas, instalaciones y edificios.

“En México han sucedido tornados supercelda y no supercelda, aunque son más comunes estos últimos, que se ven a simple vista como una culebra o víbora que va de la tierra a la atmósfera”, destacó.

Avendaño García documentó que comunidades prehispánicas de nuestro país y grupos de campesinos actuales identifican estos fenómenos, dependiendo de su intensidad y región, como culebras de aire o de agua; víboras de agua, granizo o de aire; colas de nube; trombas y mangas de agua.

“El término de víbora proviene de la morfología que presenta el fenómeno meteorológico, que suele ser parecido a la silueta de una víbora/serpiente terrestre. De ahí el nombre, cuyo diámetro varía entre la base de la nube y la superficie de la tierra”, señaló.

Avendaño García explicó que la base de información está organizada tomando como referencia el Centro de Predicción de Tormentas, ubicado en Norman, Oklahoma, y forma parte del Servicio Meteorológico Nacional de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica-, además de estudios de Japón realizados en 1997 por Niino, Fujitani y Watanabe.

En sus primeros resultados se revela que 2015 es el año (entre 2000 y 2023) en que más sucedieron, con 98; mientras en 2016 hubo 74, y en 2021, 61. En contraste, en 2001 solo dos; 2002, seis; y 2003, siete.

En 23 años, los meses más frecuentes fueron mayo, 134; julio, 126; y agosto, 105. En el invierno se presentaron menos, pues en diciembre solamente hubo 10; en noviembre, 13; y 18 en enero.

En cuanto a las entidades federativas, la mayor cantidad se suscitó en el Estado de México (75), Veracruz (70) y Chihuahua (63). Los estados con baja ocurrencia son: Aguascalientes (3), Baja California (3) y Durango (4).

Aunque se carece de información en 27% de los casos, 57% de los tornados se presentaron en la tarde, 10% en la mañana y 5% en las noches, abundó Avendaño García.

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