La batalla más difícil que ha enfrentado la persona que da vida a Diva Salvaje ha sido abajo del ring, defendiendo el derecho a vivir sus preferencias sin ocultarse detrás de una máscara.
Quizá por eso, cuando encaró el reto de ser profesional de la lucha libre en su natal Saltillo, Coahuila, tampoco enmascaró a Diva Salvaje, aunque sí tuvo que dotarla de una fuerte armadura, olvidarse de ser intocable, para darle paso a su carácter recio, ese que le ha mantenido por más de una década en la Ciudad de México, a donde llegó armado solo con deseo y preparación.
Siempre tuvo claro enfrentar la aventura en el pancracio como gladiador exótico. Sin darle la espalda a su esencia, a sus preferencias, a su deseo de brillar, sin opacar su realidad.
“Arriba del ring, como quiera te defiendes, porque si el otro es luchador, yo también lo soy y lo demuestro… Es más fácil”, acepta, en entrevista con EL UNIVERSAL Deportes.