Por Édgar Luna Cruz
La poca luz que ofreció Raúl Jiménez es lo único que se salva del mediocre actuar de la Selección Mexicana ante Uzbekistán.
Un empate a tres goles que evidencia al equipo de Jaime Lozano en todos los sentidos, por lo menos en este juego.
Desde la portería con un Memo Ochoa al que le llegaron tres veces y le metieron tres goles, el último siendo su total responsabilidad; con una defensa endeble, sin recorridos, sin fuerza; con un medio campo que cometió más errores que aciertos y una delantera sin idea en la que sólo Raúl Jiménez, sólo él, se salva.
El envión que se traía por haber ganado la Copa Oro se agotó en estos dos juegos de México, porque en ambos se demostró que la defensa es un punto muy flaco, que todo lo bueno que se dijo de César Huerta por los diez minutos que dio ante Australia, se cayeron jugando más de 80 contra los uzbekos, demostrando que un destello no lo hace figura.
Y desde la banca, nula respuesta, cambios de hombre por hombre, moviendo piezas a la desesperada sólo al final, cuando el agua estaba hasta el cuello.
Por eso hay que destacar lo hecho por Raúl Jiménez. Desde aquel golpe que recibió de David Luiz, jugando con el Wolverhampton y que casi lo retira, no se veía al ahora jugador del Fulham en tan buena forma, rescatando al mediocre juego que dio el Tricolor, con goles de buena manufactura, ya no de penaltis como fueron los últimos cinco.
Pero la cosa empezó mal. El Tiba Sepúlveda fue volado y Kevin Álvarez llegó tarde para que Abdukhalikov (17’) de cabeza venciera a Ochoa, que pudo hacer más. Raúl empató de inmediato aprovechando un rebote convertido en servicio del Piojo Alvarado.
Y a partir de ahí, la misma historia. Mucho tener la pelota y poco generar,. Fallar en la posesión y equivocarse en las coberturas para el 1-2 de Turgunbayev (45).
Vino otra vez el jugar a la desesperada. El revulsivo en vez del sistema. Raúl aprovechó otro rebote y definió con categoría (80’) y Uriel Antuna, de casualidad metió el tercero (89’).
Ya estaba todo listo, el marcador maquillaba el mal juego, pero Ochoa le dio alimento a sus detractores. Colocó mal la barrera, él mismo se colocó mal y se tragó el disparo de Shukurov (90+2’) para el empate.