Por Nicole Trejo
Después de que su avión se estrelló en la cordillera de los Andes cuando él tenía 18 años, Carlos Páez no había sentido una turbulencia tan fuerte hasta que voló junto al director de cine Juan Antonio Bayona.
“¡Casi nos caemos! Aunque ya estoy acostumbrado a las turbulencias, la que viví con él fue la peor de mi vida, después del accidente de los Andes”, cuenta Páez en entrevista.
Para el hoy empresario de 70 años, esa fue una suerte de premonición de lo que experimentaría con el director, quien se empeñó en pedir prestadas las vivencias de los sobrevivientes para representarlas de manera fiel en su nuevo filme, La sociedad de la nieve.
Ese proyecto, en el que Páez participó no sólo con su testimonio, sino también interpretando el papel de su propio padre, basado en la novela homónima de Pablo Vierci, se estrena en cines este 14 de diciembre en México.
“Bayona logró la unidad de todos los sobrevivientes y los familiares de las victimas, que todos estuviéramos de acuerdo con la historia”, reconoce Carlos.
“Es un director riguroso y exigente, que quería lograr esa fidelidad para que la película tuviera un significado filosófico; dejar claro que éramos gente común, no súperdotada, veníamos de un país donde no hay nieve y la montaña más alta tiene 500 metros”.
En 1972, el uruguayo viajó junto a 44 personas más rumbo a Chile, pero al acercarse, la aeronave chocó contra una montaña, rompiendo alas y cola, lo que los deslizó hasta estrellarse contra el Glaciar de las Lágrimas, ubicado en la cordillera de los Andes.
Estuvieron expuestos a la intemperie durante 70 días, hasta ser encontrados el 22 de diciembre.
Trabajo riguroso
La historia ha sido contada en varias ocasiones: cuatro filmes, nueve documentales y 26 libros.
El de Pablo Vierci, quien fue compañero de Nando Parrado, otro sobreviviente de los Andes, llegó a las manos de J.A. Bayona mientras filmaba “Lo imposible”, que también retrata a sobrevivientes ante una catástrofe.
“Nosotros no vimos ninguna escena antes; no quisimos intervenir en la creatividad de J.A., pero antes de un viaje que haría justo a México, me dijo: ‘Carlitos, te voy a mostrar un minuto de la película’, y cuando terminó, me preguntó: ‘¿Y?’ Y le respondí: ‘¡Sos un hijo de puta!’, porque me llevó hasta el lugar. Juro que pude percibir hasta el olor por la rigurosidad y la pasión que puso”.
La cinta, que ha sido elegida por la Academia de Cine española para representar a España en el Oscar, se presentó primero en el Festival de Cine de Venecia, donde recibió una buena acogida y el testimonio de algunos de los sobrevivientes.
“En la clausura (de Venecia), hubo 12 minutos de aplausos de pie. No pude ni siquiera escuchar la música de los créditos, que me parece impresionante porque está hecha por un ganador del Oscar, Michael Giacchino”, recuerda.
Interpretar a su padre en el filme, que llegará a Netflix el 4 de enero, representó para Carlos un desafío monumental.
El reconocido pintor uruguayo Carlos Páez Vilaró nunca abandonó la búsqueda con la esperanza de encontrar sobrevivientes del vuelo, incluido a su hijo, hasta que estableció conexión con ellos por medio de una radio.
“Papá estaba tan metido que cuando regresamos, me abrazó a mí, pero se sintió responsable de ocuparse del resto también, entonces un poco como que me dejó de lado, aunque parezca mentira, para buscar a los otros”, comparte.
“En cierto modo, papá era un inconsciente, porque sólo un loco creería que hubiera alguien vivo en la Cordillera. Le llamaban ‘El pintor loco que busca el cabro perdido en los Andes’”.
Una reflexión de vida
El también conferencista tiene una tradición con sus compañeros: se reúnen al menos cada 22 de diciembre.
Coinciden en la idea de valorar las experiencias del día a día, una práctica que surgió tras su experiencia juntos, y que esperan se refleje también en el filme.
“Trato de vivir el sólo por hoy. En la Cordillera aprendí a hacerlo así; en realidad, nosotros nos enteramos por la prensa que fueron 70 días, pero estando ahí no contamos los días, sino que vivíamos en el día de hoy”, comparte.
“Roberto Valencia (escritor y periodista) decía que nuestro libro se debería llamar ‘Tal vez mañana’, porque hicimos mucho en el día de hoy para que sucediera algo en el día de mañana. Desde entonces, trato de vivir con toda la pasión del mundo”.