La “toma de Lima”, como bautizaron sus promotores la protesta contra el gobierno de Dina Boluarte celebrada este jueves en la capital peruana, terminó en fuertes enfrentamientos entre la policía y algunos manifestantes, y el incendio de un edificio en el centro histórico de la capital peruana cuyo origen se desconoce.

Los enfrentamientos se produjeron en diferentes puntos de la ciudad. La policía lanzó gases lacrimógenos y formó cordones para impedir el avance de los manifestantes, que les lanzaban todo tipo de objetos.

Después de una larga jornada de tensión, y cuando los choques se desperdigaban por diferentes puntos de la capital, ardió un edificio cercano a la histórica plaza de San Martín, punto emblemático de la capital y donde se había concentrado uno de los grupos más numerosos de manifestantes.

Decenas de bomberos trabajaban para apagar el fuego que afectó al edificio de tres plantas y estructura de madera.

Este jueves también se produjeron violentos enfrentamientos en Juliaca y en Arequipa, en el sur del país.

Al menos 52 personas han muerto desde que estallaron las protestas en diciembre tras la salida del poder de Pedro Castillo. El expresidente fue detenido y destituido tras su intento de disolver el Congreso e imponer un gobierno de emergencia en Perú.

Manifestantes contrarios al gobierno llevan semanas protestando en demanda de la renuncia inmediata de la presidenta Dina Boluarte y la convocatoria de elecciones para renovar el Ejecutivo y el Congreso.

El ministro del Interior, Vicente Romero, informó que el saldo de la jornada de este jueves a nivel nacional es de 1 civil muerto y 16 heridos, y 22 policías heridos.

En la noche, la presidenta Dina Boluarte dirigió un mensaje televisado a la nación en el que prometió que “la violencia no quedará impune” y acusó a los manifestantes violentos de querer “generar caos y desorden para tomar el poder de la nación”.

¿Qué pasó en Lima?

La capital no había visto hasta la fecha incidentes tan intensos y violentos como los acaecidos en el sur del país.

La “toma de Lima”, lanzada por las diversas organizaciones y colectivos, logró trasladar la protesta a la capital y alterar la normalidad de la ciudad.

En los últimos días, manifestantes de otros puntos del país fueron llegando a la capital y se desplegó un enorme operativo de seguridad en toda la ciudad.

Los manifestantes confluyeron a media tarde en diferentes puntos del centro y comenzaron a marchar hacia el Palacio de Gobierno y hacia el Congreso de la República, donde algunos lanzaron adoquines a los agentes y fueron repelidos con bombas lacrimógenas.

La protesta se dispersó entonces en diferentes grupos y se produjeron choques y escaramuzas en diferentes puntos de la ciudad. Algunos de los manifestantes se desplazaron ya en la noche hacia el distrito de Miraflores, uno de los más acomodados de la capital, donde también se produjeron incidentes.

Día de rabia y gas en Lima

El objetivo de los manifestantes en la marcha por el centro de Lima eran los centros de poder político del país, y el de los policías desplegados, evitar que llegaran hasta ellos. Así que el choque estaba garantizado.

La afluencia a la protesta no fue tan masiva como algunos habían pronosticado, pero en lo que sí acertaron los pronósticos es en que habría violencia.

Los nervios y las carreras comenzaron hacia las 4 de la tarde. A esa hora, los comercios de la zona ya habían cerrado en previsión de incidentes. Crisis peruanas anteriores les han enseñado cuán feas se pueden poner las cosas en el centro de la capital.

A los gritos de “Dina, asesina” o “Dina, renuncia”, les siguieron el ruido de las bombas lacrimógenas de la Policía y los adoquines lanzados por los manifestantes violentos, que no fueron mayoría, pero sí muy activos en su afán de provocar desórdenes.

Al final, fueron dispersados, pero siguieron su recorrido y su juego del ratón y el gato con la policía durante buena parte de la noche.

La competición dejó un reguero de destrozos y más rabia acumulada para quienes creen que la caída del gobierno solucionará los problemas del país. De momento, no se ha arreglado nada, pero Lima se sumó a la lista peruana de ciudades que lamentan daños.

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