Por Nicole Trejo
Como buen boy scout en su infancia, al director de cine Jeff Rowe le encantaba explorar. Eso sí, los recorridos que hacía no se comparaban con los que imaginaba, al lado de las Tortugas Ninja.
Se veía a sí mismo refugiándose en las alcantarillas de Manhattan, comiendo pizza y patinando, para después explorar el mundo y, por supuesto, romper las reglas.
Ya en la adolescencia, ese vínculo se profundizó: como millones de jóvenes en los 90, se mimetizaba con las cuatro tortugas en la serie animada, los videojuegos, las películas y los cómics, riéndose de sí mismo y constatando que todo es llevadero junto a tus amigos
“La adolescencia es como una montaña rusa, va de la alta autoestima, hasta una muy baja que te paraliza, de pronto sientes que eres un fracasado y que todos te odian. Pues mis tortugas, como las anteriores, sortean eso”, dice el realizador a EL UNIVERSAL.
Como encargado de la nueva película Tortugas ninja: caos mutante, eligió ubicar en esa etapa de vida a Donatello, Miguel Ángel, Leonardo y Rafael, pensando tanto en el público joven, como en el adolescente que alguna vez fue fanático de estos personajes.
“Cuando eres adolescente, sabes que eres imperfecto y aún así eres realmente entusiasta. A veces piensas: ‘soy genial, soy un genio, tengo esto’, yo quería rescatar esa esencia. Con el tiempo nos alejamos de esas emociones tan poderosas, pero siempre es bueno entender que no siempre se puede estar al cien y aún así debes ver el lado positivo en todo lo que tienes y eres”, detalla.
Creados por Kevin Eastman y Peter Laird en los años 80, los cuatro hermanos tortugas se han convertido en parte de la cultura popular, con seis series, nueve películas y ocho videojuegos.
En su nueva aventura, buscan ser reconocidos como adolescentes normales en un mundo que los ve diferente, a través de actos de heroísmo. Apoyados por su amiga humana April O’Neil, el mayor desafío lo enfrentan cuando descubren un sindicato del crimen y su ejército de mutantes que amenazan a la raza humana. Para derrotarlo, tendrán que aprender sobre colaboración y comprensión.
“La cooperación es una de las habilidades más importantes que puedes desarrollar, especialmente cuando eres adolescente porque pasas por la pubertad, donde los cambios suceden, las cosas se sienten aterradoras, cada defecto tuyo lo notas 10 veces más y harás cualquier cosa sólo para ser aceptado, para no sentirte solo, y eso es a menudo un error, pero es el camino para aprender a aceptarte a ti mismo y a otras personas; es parte muy importante de ser un equipo”, señala Rowe, de 44 años.
En la versión en inglés, la cinta, que se estrena en cines el 10 de agosto, cuenta con actores adolescentes como Nicolas Cantu y Shamon Brown Jr., mientras que detrás de Splinter, el sabio padre de las tortugas, está Jackie Chan, personaje con el que envían un mensaje de diversidad familiar.
“Jackie Chan le dio a la película un núcleo emocional. Dejó en evidencia que las tortugas vienen de una familia no tradicional, como yo y mi padre, con el que crecí. Él me adoptó y la familia es algo que a menudo tiene muchas definiciones”, explica.
“Contar una historia sobre una familia no tradicional fue muy especial porque espero poder ayudar a niños como yo que están creciendo con cualquier tipo de familia diferente a ver esto y sentirse vistos, representados”, añade el realizador.
Trazos más rebeldes
Con esta producción, Jeff confrontó aquel temor de la adolescencia que tenía por romper las reglas y no sólo emuló la rebeldía de la edad y la historia de los personajes, sino que también en la animación buscó crear un diseño inspirado en los dibujos imperfectos del cuaderno de un estudiante.
“Mi gusto como artista también se formó a partir de caricaturas como las Tortugas Ninja y esa generación de dibujos animados que veíamos en Nickelodeon, que no eran limpios y pulidos, sino que tenían un aspecto extraño y muchas cosas asquerosas, eso le gustaba a los niños a principios de los 90 y crecí con esta base de gusto”.
La técnica a la que alude se llama painterly y se usa para dar propiedades visuales de pintura a la animación, con trazos imperfectos, pero divertidos. Incluso en las voces, dejaron que los actores adolescentes tuvieran tal libertad que a veces tuvieron que editar para evitar frases cancelables.
“Solían hablar sobre cosas que no sabíamos lo que significaban y teníamos que investigar’”, recuerda entre risas.