La astrónoma y astrofísica francesa, especialista en el medio ambiente espacial, Fatoumata Kébé, ofreció ayer la conferencia “Desechos muy especiales, sobre las implicaciones ecológicas, económicas y jurídicas de la basura espacial”. El evento fue, durante la última jornada de la sexta edición de El Aleph. Festival de arte y ciencia, en la Sala Carlos Chávez del Centro Cultural de Ciudad Universitaria.
Kebé precisó que los desechos espaciales son partes de los satélites que orbitan la Tierra, dejando 130 millones de desechos cuyo tamaño va de un milímetro a un centímetro, así como 36 mil 500 de mayor dimensión, según las cifras más recientes. “Lo cual se convierte en toneladas de objetos artificiales. ¿Cuáles son los impactos desde el punto de vista capitalista? Que los océanos se vuelvan el cementerio de los objetos espaciales. La gente dice que no es grave: ´es sólo basura de un metro cuadrado´”, señaló.
Pero, acotó, aunque la mayoría de los desechos espaciales son muy pequeños, todos pueden colisionar contra un satélite y explotar. “La agencia espacial ha enviado 6 mil 200 cohetes y 15 mil 100 satélites, de los cuales más de 8 mil permanecen en órbita y 5 mil 700 funcionan a más de 15 mil kilómetros de altitud. Hay miles de desechos espaciales, lo cual hace muy difícil un seguimiento de su trayectoria”.
Hacer una limpieza integral sería muy caro, dijo la científica francesa. Además de que los desechos espaciales son viejos y no se conoce a sus propietarios. Ninguna nación se ha nombrado como dueña de un objeto celeste; las empresas privadas son las que se hacen cargo.
“Al final, los objetos espaciales representan millones de euros. En Francia se reguló que los satélites deben volver a la Tierra. Es difícil meter todo esto en el marco jurídico. Y hacerlo tomaría mucho tiempo, más del que llevaría el desarrollo de la tecnología de limpieza del espacio”, aseguró la autora del “Libro de la Luna”.
El problema es que no hay un marco jurídico a fondo que regule los desechos espaciales. “Habría que hacer presión en los medios de comunicación hacia quienes están contaminando nuestro cielo. El público debe tener acceso a la información para preguntarle a las empresas privadas lo que están haciendo”, concluyó la astrofísica que en 2018, la revista Vanity Fair la incluyó en la lista de las 50 personas más influyentes.