Con la consigna: “Quiero ver a mis compañeros egresados, no enterrados”, médicos y estudiantes de Medicina de todo el país marcharon pacíficamente para exigir condiciones que les garanticen un servicio social seguro, un trabajo digno y libre de violencia.
Desde el Monumento a la Revolución hasta el Zócalo capitalino, demandaron al presidente Andrés Manuel López Obrador cancelar plazas en zonas peligrosas, crear protocolos de atención, atender denuncias y establecer comités de seguridad y apoyo a médicos en situación vulnerable.
Con un pase de lista y gritos de: “¡Estudié para salvar vidas, no para que me quiten la mía!” y “¡Nuestras familias esperan médicos, no cadáveres!”, recordaron a sus compañeros que fueron asesinados mientras realizaban su servicio social.
“¡No queremos otro Eric. No queremos otra Mariana. No queremos otra Esther. Queremos cumplir nuestros sueños y salvar vidas sin tener que perder la nuestra!”, pidió con el altavoz Carlos Castillejos, estudiante de Medicina en la Benemérita Universidadad Autónoma de Puebla (BUAP).
En 2020, Javier Tirado, amigo de Carlos, fue asesinado durante un asalto mientras regresaba del carnaval de Huejotzingo, en Puebla. El pasante, originario de Veracruz, había ido de fiesta con dos amigos más: Ximena Quijano y Josué Vital, quienes también fueron asesinados durante el atraco.
“Dice el Presidente que la solución es contratar a médicos de otro lado porque nosotros no queremos trabajar, pero no dice que no queremos trabajar en esas zonas porque nos matan”, aseguró. “No estamos en contra del trabajo. Podría decirte que tampoco del salario porque por vocación uno se arriesga, pero sí estamos en contra de las condiciones que nos otorgan”, dijo.
En el trayecto, los pasantes detenían su marcha para alertar con anécdotas personales sobre las deplorables condiciones en que trabajan, el hostigamiento sexual y laboral que sufren y los bajos sueldos que reciben tras largas jornadas de servicio.
“Al mes recibimos entre mil 200 y mil 800 pesos, con los que se paga renta, transporte, comida y, muchas veces, insumos para darle atención de calidad a nuestros pacientes”, cuenta Claudia Miranda, egresada de la Facultad de Medicina de la UNAM.
La joven de 26 años obtuvo la excelencia académica que se otorga a promedios arriba de nueve. Sin embargo, asegura que prefiere truncar su sueño de ser cardióloga antes que perder la vida.
Integrantes de la Asamblea Mexicana de Médicos Pasantes informaron a este diario que en 2021 se acumularon 78 denuncias por agresiones físicas y 633 por asesinato.
“Más las agresiones que no se denuncian por miedo”, señaló Katia Prieto, coordinadora de la asamblea, quien recién egresó de la carrera de Medicina en la Universidad Autónoma de Chihuahua y se encuentra realizando sus prácticas en la Ciudad de México.
“Afortunadamente tengo el apoyo de mi familia, pero con 500 pesos que recibo a la quincena esperan que pague transporte, comidas y a veces hasta me preguntan si me alcanza para ir a visitar a mi familia”, comentó. La médica internista confesó que tiene compañeros que, por miedo, pagan por no salir de su estado a otra ciudad a realizar sus prácticas.
Considera que el discurso de odio que proviene del gobierno federal y otras autoridades de salud, al tacharlos indirectamente como cobardes por no tomar las plazas en zonas marginadas, ha abonado para que la violencia en su contra aumente.