Delaware.- “Ha sido cautivador”, dijo Joe Biden el martes poco después de que su predecesor Donald Trump fuera inculpado por tercera vez. Pero el presidente no se refería a los líos judiciales de su rival, sino a un filme.

El demócrata de 80 años salía de ver “Oppenheimer”, después de cenar con su esposa Jill Biden en un restaurante del balneario de Rehoboth (Delaware, este), donde pasa sus vacaciones.

La película de Christopher Nolan está dedicada a Robert Oppenheimer, el físico estadounidense que desarrolló la bomba atómica.

Entre tanto Trump, quien probablemente se enfrente nuevamente a Biden en las presidenciales de 2024, lidiaba con una nueva inculpación por haber intentado revertir el resultado de las elecciones presidenciales de 2020.

Es el tercer cargo en pocos meses contra el millonario republicano, a quien también se acusa de negligencia en el manejo de documentos confidenciales tras irse de la Casa Blanca y del pago de dinero a una actriz porno antes de las elecciones de 2016.

Podría seguirle un cuarto, si se le inculpa por presionar a funcionarios para tratar de alterar el resultado de las presidenciales de 2020 en el estado sureño de Georgia.

El demócrata, conocido por sus meteduras de pata y comentarios impulsivos, ha demostrado ser muy disciplinado en lo que respecta a los procedimientos judiciales contra Trump.

El pasado mes de marzo, tras la primera inculpación de su predecesor, el presidente estadounidense repitió sucesivamente a los periodistas el mismo mensaje: “Sin comentarios”, “No voy a hablar”. En realidad no tiene otra opción, sobre todo mientras la justicia federal siga su curso en los casos de los documentos y en la investigación sobre las elecciones de 2020.

El mínimo comentario permitiría a los partidarios de Trump acusarle de instrumentalizar el poder judicial, algo que de todos modos ya hacen.

Al actual presidente le queda un recurso usado en el cine, la televisión y los videojuegos conocido como la pantalla partida (split screen).

En un lado Trump, con los procedimientos judiciales que se amontonan y las ya históricas imágenes del expresidente con el ceño fruncido en un tribunal.

Por ahora se desconoce si Trump comparecerá en persona este jueves para una vista preliminar en Washington en el caso de las elecciones de 2020.

En la otra mitad de la pantalla: Biden, que el jueves seguirá de vacaciones en Rehoboth. Quizá en la playa, como el domingo pasado, o en bicicleta, su actividad veraniega favorita. Una estampa de relax.

Si Trump es “cautivador”, el demócrata de 80 años asume -como ha dicho él mismo- que es “aburrido”.

El octogenario, candidato a un segundo mandato, apuesta a que los estadounidenses quieren calma, previsibilidad y prosperidad.

Biden celebrará el 16 de agosto el primer aniversario de una gigantesca legislación de inversiones, conocida como la “Ley de Reducción de la Inflación”.

Antes viajará al oeste del país para promocionar “Bidenomics”, su estrategia económica que, según él, ha permitido un crecimiento sólido y un mercado laboral fuerte.

Pero no es seguro que estas iniciativas le den la victoria el año próximo al presidente, cuyo índice de popularidad entre la opinión pública es más bien bajo. Él está convencido, por el contrario, de que el aburrimiento, mortal en el cine, es una virtud para tener éxito en las urnas.

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