Andrea Ivanova está obsesionada con ser una Barbie humana. Con apenas 23 años, la joven ya aplicó en sus labios unas 30 inyecciones de ácido hialurónico y gastó casi 30 mil euros en cirugías estéticas. Si bien su apariencia ya cambió por completo, admitió que no dejará de operarse y que quiere tener los “labios más grandes del mundo”. Hoy en día, su boca es tan gruesa que casi le tapa las fosas nasales.
La joven, originaria de Bulgaria, busca también dar forma a su mandíbula y alargar su cara “con diferentes rellenos dérmicos”. Además, planea viajar a Turquía o Alemania para incrementar el tamaño de sus senos.
Su obsesión comenzó en el 2018 y desde entonces se convirtió también en una celebridad de las redes sociales. Hay quienes señalan que Ivanova puede sufrir un trastorno dimórfico corporal.
Según Mayo Clinic, esta es una enfermedad mental por la que no se puede dejar de pensar en uno o más defectos percibidos o defectos en la apariencia. Esto provoca un sufrimiento emocional significativo y repercute en la capacidad de los individuos para desenvolverse en la vida diaria.
59 cirugías para parecerse a Barbie
Tal y como Ivanova, hay una persona que tiene su misma obsesión. Se trata de Jenny Lee Burton, quien nació en Austin, Texas, Estados Unidos. Al cumplir 28 años promediaba apenas un poco menos de una cirugía estética por año de vida. Hoy, el número ascendió a 59 intervenciones, dentro de las cuales se encuentran tres implantes de labios, tres levantamientos de senos y una liposucción. En torno a esto, admitió tener una obsesión por la perfección y vive una constante “batalla con su autoestima” que comenzó desde que era una adolescente.
Su primera aparición pública fue en 2004, cuando estuvo junto a Oprah Winfrey en su programa. Para aquel entonces solo contabilizaba 26 cirugías y, al verla, tanto la conductora como su equipo, comparó a Jenny con Barbie.
“Me esfuerzo mucho por encontrar aceptación, pero cuando miro mi reflejo todavía no me gusta lo que veo”, relató en ese momento.
Sin embargo, someterse a tantas intervenciones estéticas no la afecta solo a ella. Su hija Kaleigh, que tenía diez años en el momento de la entrevista, también se sentía incómoda por lo que sucedía.
“Toda su vida me hice cirugías, ni siquiera sabe cómo me veo realmente. Cuando mi hija ve fotos mías antes de la operación no logra reconocerme, ni siquiera nos parecemos”, comentó.
La mujer, que fue nombrada como “la doble de Barbie”, sigue sin encontrarse satisfecha con cómo se ve. No obstante, su cuarta rinoplastia le trajo algo de consuelo. “Ahora miro mi nariz y digo: ‘¡Es perfecta!’”, le contó a Oprah años más tarde.
Ahora, empieza un nuevo camino. Pese a tener 59 operaciones, extraña los momentos donde el contador era más bajo. “Miro algunas fotos donde era más saludable y feliz y extraño esos días. Tengo que aceptar el hecho de que, por una vez en mi vida, no tengo el control de mi cuerpo”, se sinceró.