“Si te matan, si eso sucede, ¿qué mensaje le dejarás al pueblo ruso?”.

Esta es la primera pregunta que le plantea a Alexei Navalny el director canadiense Daniel Roher en el documental “Navalny”, ganador del Oscar en 2023.

“Vamos Daniel, no”, responde sonriendo Navalny.

“De ninguna manera. Es como si estuvieras haciendo una película en caso de que muriera”, añade el opositor ruso.

Esas palabras ahora han adquirido una nueva intensidad con la noticia de que el activista político, de 47 años, murió en una cárcel rusa del círculo polar ártico el viernes.

Las autoridades penitenciarias dijeron que el crítico del Kremlin se había sentido mal después de una caminata. El equipo de Navalny, por su parte, asegura que las autoridades rusas están reteniendo intencionalmente su cuerpo para poder “cubrir rastros”.

Previsible, pero igual de dolorosa

A pesar de los claros peligros que enfrentaba Navalny en Rusia, Roher le dijo a la BBC que estaba en shock por la noticia de la muerte de su amigo.

“Este momento, esta nube de tristeza y dolor que me golpea, es estremecedor para mí”, indicó Roher.

“Me quedé estupefacto cuando escuché la noticia, a pesar de que cualquiera que vea la película no debería sorprenderse, no debería ser una sorpresa”, señaló.

Roher describió cómo se desarrolló su amistad con Navalny durante el proyecto cinematográfico.

“Creo que nuestro respeto mutuo se basaba en un sentido del humor compartido: era un hombre muy divertido, le gustaba reír. A los 10 segundos de conocernos ya se estaba burlando de mí y haciendo chistes a mi costa, lo cual es mi lenguaje del amor, así que lo estaba devolviendo”, dijo Roher.

Desenmascarando

La película sigue a Navalny mientras él y su equipo desentrañan un complot para envenenarlo con el mortal agente nervioso Novichok.

En agosto de 2020, se desplomó durante un vuelo sobre Siberia y fue trasladado de urgencia al hospital de Omsk, un aterrizaje de emergencia que le salvó la vida.

Los funcionarios rusos finalmente permitieron que lo trasladaran en avión a Berlín (Alemania) para recibir tratamiento.

El gobierno germano reveló que las pruebas realizadas por el ejército encontraron “pruebas inequívocas de un agente químico de guerra del grupo Novichok”.

El Kremlin negó cualquier implicación y rechazó el hallazgo de Novichok. Muchos se mostraron escépticos, incluido el propio Navalny, que se embarcó en su propia investigación con un equipo de periodistas.

En una escena extraordinaria de la película, Navalny engaña a un agente del FSB (antigua KGB) para que admita por teléfono que el arma química fue rociada sobre su ropa interior en un hotel de la ciudad rusa Tomsk.

El agente Konstantin Kudryavtsev dijo que si el avión no hubiera realizado un aterrizaje de emergencia, Navalny habría muerto. Se desconoce el destino del agente.

“Estábamos todos completamente atónitos”, dijo el productor de la cinta, Shane Boris.

“Cuando el equipo comenzó esa entrevista, no creo que nadie esperara que las llamadas dieran un resultado como ese”, agregó.

El regreso

La película sigue a Navalny mientras se recupera del envenenamiento y pasa tiempo con su familia. También documenta su regreso a Rusia, donde fue arrestado a su llegada.

Nunca volvería a caminar libre.

Roher afirmó que Navalny y él se hicieron cercanos durante los dos meses de filmación, pero no todo fue fácil.

“Hubo momentos que fueron bastante tensos, en los que tuve que preguntarle cosas incómodas. Incluso la primera pregunta de la película… es una línea de preguntas muy incómoda, pero estoy allí ante todo para hacer una película”, señaló.

El cineasta dijo que Navalny y él intercambiaron cartas después de que el activista fuese encarcelado al regresar a Rusia.

“Estoy muy contento de tenerlas hasta el día de hoy. Las puse en mi oficina y las atesoraré para siempre”, aseveró.

La muerte, la otra protagonista

La perspectiva de la mortalidad de Navalny es un hilo conductor que recorre toda la película.

En una escena, entre entrevistas, un miembro del equipo de Navalny le pregunta al opositor si le irritan las preguntas sobre su pasado.

Navalny dice que no, pero añade: “Es que me doy cuenta de que están filmando la película y la estrenarán si me pasa algo”.

En realidad, la película se estrenó antes de su muerte y obtuvo un gran reconocimiento internacional.

El crítico del diario londinense “The Guardian” dijo que era “una de las cosas más asombrosas que jamás hayas atestiguado”, mientras que “The Times” la calificó como “sin duda uno de los documentales más emocionantes que se estrenará este año o cualquier otro”.

Muchos ahora ven la película desde una nueva perspectiva.

“Alexei, si te arrestan y encarcelan, o sucede lo impensable y te matan, ¿qué mensaje le dejas al pueblo ruso?” Pregunta Roher en la escena final.

Navalny responde brevemente en inglés, antes de que el director le sugiera que vuelva a su lengua materna.

Y termina en ruso: “No nos damos cuenta de lo fuertes que somos en realidad. Lo único necesario para el triunfo del mal es que la gente buena no haga nada”.

“Así que no se queden inactivos”, dice, antes de mirar a la cámara.

Roher afirmó que hacer la película cambió su vida.

“Tuvo un impacto tan profundo en mí como ser humano”, dijo.

“Cuando pienso en su vida, me recuerda que no importa qué situación te depare la vida, si no pierdes tu humanidad -sigue riendo, sigue escribiendo los mensajes de San Valentín de tu esposa- todo mejorará”, prosiguió.

“Como sabemos, no todo estuvo bien para Alexei, pero su vida es una clase magistral de coraje y resiliencia, y de luz en la oscuridad”, añadió.

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