Aquí las brujas lucen descarnadas. Se quitan la piel por las noches, la ocultan en una calabaza para protegerla y, ya sin ella, tener agilidad para escapar o atacar, si es que son descubiertas al chupar la sangre de un niño.
Así son esos monstruos en “Mal de ojo”, película mexicana de terror que llega este jueves a salas comerciales, y que escudriña en los miedos infantiles, así como en las leyendas y los mitos con seres infernales.
La bruja es interpretada por Ofelia Medina, quien a lo largo de la cinta dirigida y coescrita por Isaac Ezbán, es el ente que en la cultura popular conocemos con sombrero y escoba.
Las escenas de acción fueron responsabilidad de la actriz Victoria Guerrero. ¿Pero cómo hacer la bruja ad hoc a la cinta? Ezbán trabajó por más de un año con el especialista en maquillaje Roberto Ortiz, quien creó el niño fantasma en Kilómetro 31, cuerpos despedazados en 5 de mayo, la batalla, o una cabeza degollada en Pastorela.
“Lo interesante es que vemos a una bruja de diferentes maneras, la anciana hechicera, la descarnada, la joven y guapa que sirve de señuelo, un poco era tomar todas las opciones. Fue estudiar mucho, la mitología caribeña, lo de Catemaco, lo que se sabe de que son bolas de fuego, que se quitan las patas y todo eso”, detalla el realizador.
“Era estar tres horas en maquillaje, porque era todo, la cara, manchas en los brazos y cuando había que tener joroba, ponerla”, cuenta Ofelia Medina.
“Mal de ojo” cuenta la historia de una pequeña niña (Ivanna Sofía Ferro) que siempre está enferma y sus padres (Samantha Castillo y Arap Bethke) deciden buscar una cura, cueste lo que cueste. En el camino, la hermana mayor (Paola Miguel) descubre cosas que no debería saber.
El proceso
Para la bruja, cuenta Roberto Ortiz, pensó en darle un cariz depredador y alejarse de la imagen que varios fanáticos del terror tienen por un personaje en la película Hellraiser.
En la historia, la bruja aparece sin piel, se le ven los músculos y tejidos, dientes temibles y ojos penetrantes. Se escabulle bajo las colchas y es capaz de trepar por el techo con la fuerza de sus piernas.
El traje hecho de espuma de látex, tela y una parte de silicón se hizo a la medida de la actriz. Fue diseñado para que durara todo el rodaje, cosa contraria a la parte de la cabeza, que se cambiaba cada día.
“Como las que van en la cara están pegadas, deben ser delgadas y se destruían al final. Los dientes son de acrílico dental y en los ojos eran lentes de contacto tipo escleral (se apoyan únicamente en la parte blanca del ojo) que son algo difíciles de colocar, pero funcionaban”, detalla Roberto.
Un traje así puede estar valuado en cerca de medio millón de pesos, contando mano de obra. Para el personaje participaron 10 personas, desde el diseño hasta la confección y las pruebas digitales de color, para ver cuál era el mejor tono para mostrar el descarne.
La bruja que se verá en el techo se hizo a la vieja usanza del cine: filmar el piso como si fuera la parte superior de un cuarto.
Si algo le caía y le generaba irritación, era un efecto visual vía computadora.
“Vale la pena emplear recursos de maquillaje especial, efectos físicos combinado con la tecnología digital, los VFX, son cosas que combinadas dan resultados muy padres, muy orgánicos”, comenta el especialista.
En la cinta también aparecen unos seres llamados baka, que tienen la facultad de entregar cosas a sus dueños, a cambio de quitarles algo, y se mueven mediante mecanismos creados ex profeso y manipulados en set con pistolas de aire.
“Ya lo verán en el detrás de cámaras, cómo había varias personas jalando todo. Yo admiro mucho el cine de antaño en donde se hacían creaciones como el de La mosca y es cierto que hoy sí pueden hacerse digitales y tendrán mayor movilidad, pero se ven falsas. Yo quise hacerlos (los efectos) físicos, las criaturas se dibujaron un año antes, se diseñaron, hubo maquetas de plastilina, todo manual, para llegar a esto”, destaca Ezbán.