Los osos polares de la bahía de Hudson occidental, en Canadá, han visto reducida su población casi a la mitad en las últimas décadas, principalmente debido a la disminución del hielo marino y a las limitadas oportunidades de caza, según un nuevo modelo bioenergético basado en datos de más de 40 años.
Los resultados, publicados en la revista “Science”, ponen de manifiesto la relación entre las necesidades energéticas individuales de los osos y las limitaciones ambientales que impulsan las tendencias poblacionales, subrayando que la energía es el factor limitante clave en el declive de este importante depredador ártico.
El Ártico, recuerda el trabajo, se está calentando más rápido que cualquier otra región del planeta, lo que conlleva una pérdida significativa de hielo marino, transformaciones en los ecosistemas y crecientes amenazas para las especies que dependen del hielo, como los osos polares (Ursus maritimus).
Estos animales necesitan el hielo marino para cazar focas, su principal fuente de alimento. Sin embargo, cuando el hielo se derrite durante los meses más cálidos, se ven obligados a desplazarse a tierra o a aguas menos productivas, lo que los hace depender de sus reservas de energía por la falta de recursos adecuados.
La privación alimentaria causada por los cambios en el hielo estacional se ha vinculado al descenso de las poblaciones de osos polares.
Pese a ello, los esfuerzos de conservación se complican por la falta de datos en la mayoría de las subpoblaciones de osos polares y la ausencia de un marco que explique cómo la pérdida de hielo afecta a estos animales a lo largo de sus vidas, recuerda un resumen de la revista.
Para investigar la relación entre la reducción del hielo marino y las poblaciones de osos polares, Louise Archer y su equipo de la Universidad de Toronto recopilaron datos de seguimiento y de captura de osos polares en la bahía de Hudson occidental durante los últimos 42 años y desarrollaron un modelo centrado en individuos.
“Desarrollamos un modelo bioenergético basado en individuos y una dinámica poblacional retrospectiva a lo largo de 42 años de condiciones de hielo marino observadas en la Bahía de Hudson occidental, una región que experimenta un cambio ambiental rápido”, escriben los autores en su artículo.
El modelo, fundamentado en principios fisiológicos, integra la adquisición y el gasto de energía –como la alimentación, el mantenimiento corporal, el movimiento, el crecimiento y la reproducción– en un cálculo energético unificado a lo largo del ciclo de vida de cada oso.
Este capturó con éxito las tendencias en morfometría individual, reproducción y abundancia poblacional observadas durante cuatro décadas de datos de monitoreo empírico, agregan.
Los hallazgos muestran que la pérdida de hielo y las consiguientes limitaciones en la alimentación han sido los principales factores de un descenso de alrededor del 50 % en la población desde mediados de los años 90, ilustrando cómo las restricciones energéticas individuales influyen en la dinámica poblacional.
Además, Archer y su equipo señalan que este marco, si bien fue desarrollado para osos polares, puede adaptarse a otras especies que se enfrentan a restricciones en la búsqueda de alimento o en el uso de energía debido a cambios ambientales o humanos.
Ofreciendo así -añaden- una herramienta de gran utilidad para abordar los efectos del cambio global e informar las estrategias de conservación y las decisiones de política.