El joven peruano Rodrigo Ventocilla murió en custodia policial en la isla turística de Bali, Indonesia, el 11 de agosto.
Ventocilla, de 32 años, activista transgénero y estudiante en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, fue detenido en el aeropuerto Denpasar-Ngurah de Bali el 6 de agosto.
Según un portavoz de la Policía de Bali, agentes de aduanas encontraron artículos sospechosos en su equipaje y fue arrestado por presunta posesión de drogas.
Murió cinco días más tarde en el hospital al que la Policía lo había trasladado después de empezar a sufrir vómitos, según publicaron los medios locales.
“Maltrato”
La familia emitió un comunicado en el que negó la versión oficial y acusó a la Policía indonesia de maltratar a Ventocilla e impedir el acceso al abogado que le había sido asignado.
La familia calificó la detención del joven peruano como de “acto de discriminación racial y transfobia” y aseguró que los productos en su equipaje que despertaron las sospechas de los funcionarios estaban “relacionados con su tratamiento de salud mental, para lo que tenía una prescripción médica”.
Ventocilla había viajado a Bali para disfrutar de su luna de miel con su marido, Sebastián Marallano, que llegó en un vuelo diferente y fue también detenido cuando intentó auxiliar a su esposo , afirma el comunicado de la familia.
La familia denunció que la Policía de Bali exigió “cantidades exorbitantes de dinero” a cambio de la liberación de los dos peruanos. De acuerdo con la versión de la familia, ambos fueron ingresados en un hospital el 9 de agosto. Ventocilla fue luego trasladado a otro en el que finalmente falleció.
El portavoz policial declaró que fue hospitalizado después de que consumiera estupefacientes que no se le intervinieron en el registro que llevó a su detención y murió por “fallos de órganos en todo su cuerpo”. Pero la familia acusa a las autoridades indonesias de no permitir un examen independiente del cadáver y asegura que no se han esclarecido las causas de la muerte.
Sus familiares denunciaron que que se les impidió el acceso al hospital y que nunca pudieron comunicarse con él ni conocer cuál era su diagnóstico y estado de salud.
Denunciaron también abandono por parte del responsable del Consulado peruano en Bali, que no respondió a sus mensajes.
La Cancillería peruana ha rechazado la versión familiar de los hechos y niega que la detención de los dos hombres fuera un acto de discriminación y transfobia.
En un comunicado, afirmó que las autoridades indonesias informaron al Consulado en Bali que la detención se habría producido después de que se encontraran en su equipaje “objetos que contenían restos de cannabis, así como diversos productos elaborados con dicha sustancia”.
La Cancillería resalta que “es de conocimiento público” que Indonesia mantiene una política de tolerancia cero respecto a la posesión de drogas”.