“Easy, easy”, dijo el Dibu Martínez cuando conoció a los rivales del grupo de Argentina. Lionel Messi pensaba más en los homenajes que en el juego y Lionel Scaloni pensaba ya en la segunda ronda.

No. El futbol dio un golpe a la soberbia; ningún partido sale decidido. Los grandes también fallan.
 
Arabia Saudita escribió la primera sorpresa del Mundial de Qatar 2022, al derrotar a Argentina 2-1 en un repleto estadio Lusail, que se rindió a la entrega del equipo árabe, festejando la victoria aunque antes se desvivían por la aparición de Messi en la cancha.

Resultado que complica de entrada el futuro de la Selección Mexicana, ya que todos aseguraban que Arabia sería no sólo derrotado, sino goleado por todos los rivales, todos contaban con esos tres puntos contra los árabes. Ya se vio que no serás así.

Argentina no supo qué lo golpeó. Después de un primer tiempo en donde la albiceleste peloteó en el campo, en donde se esforzó a medias, tampoco Arabia lo exigió para más, recibió un golpe a su orgullo, a su historia.

Caminando Argentina se fue al descanso ganando 1-0, con gol de penalti marcado por Lionel Messi (10’), su séptimo en un Mundial, y con tres goles anulados, los tres por fuera de lugar.

Arabia fue ordenado y práctico y con tirar la línea redujo las posibilidades argentinas, que dormidos, vanidosos, trotones, se conformaron con la ventaja. Pensaban que en el segundo tiempo finiquitarían el juego.

Pero fue ahí cuando la bestia despertó. Esta selección árabe ya no es como antaño, hoy sus jugadores son unos atletas, todos altos, de gran zancada, veloces y que no temen ir al choque, y saben jugar al futbol.

Apenas a dos minutos de iniciada la segunda mitad (47’), Al Shehri Saleh se metió al área por la izquierda y por debajo, con mucha clase, venció a Dibu Martínez. El Lusail despertó, las camisetas albicelestes se escondieron y las verdes estallaron de júbilo.

No quedó ahí. Salem Aldawsari sacó un gran disparo que le dobló las manos a Martínez para anotar el segundo (52’), un golpe tras otro, seguido y todo lo que hizo Arabia Saudita, fue ponerle más intensidad al asunto, soltarle el pelo.

Ya con la necesidad de salvar el orgullo, Argentina quiso jugar; Messi quiso tener la pelota y Scaloni mandó tres cambios al mismo tiempo.

El portero Mohammed Al-Owais, se tiraba a todas las pelotas, fueran o no a la portería; mientras que Di María estaba en su faceta de intrascendente y Lautaro Martínez no encontraba un balón a modo.

Y Messi no aparecía, ni apareció. Golpe a la soberbia en un día en el que el futbol, recuperó algo de credibilidad.

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