En principio solo son parte de una batalla propagandística: el ministro ruso de Defensa, Serguei Shoigú, acusó a Ucrania de querer utilizar “bombas sucias”. Según él, Kiev planea un ataque de ese tipo para luego señalar a las fuerzas rusas como autoras del mismo, y así desacreditar a Moscú. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, así como varios gobiernos occidentales, rechazaron dichas acusaciones con determinación. Desde el punto de vista de Kiev, eso es justamente al revés. Según dio a entender Zelenski, es Moscú quien tiene esos planes.
Una “bomba sucia” es un arma convencional cargada con material radioactivo, como el que se emplea en radioterapia médica, conservación de alimentos o en pruebas de materiales industriales bajo condiciones controladas.
Las “bombas sucias” no son bombas atómicas
“No se trata de bombas atómicas”, subraya Wolfgang Richter, coronel retirado del Ejército alemán y miembro del Grupo de Investigación de Políticas de Seguridad del Instituto Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP), en entrevista con DW. “Eso significa que no se producen reacciones nucleares en cadena, que pueden desatar un inmenso poder de destrucción”. Tampoco se producen altas temperaturas, mortales para los seres vivos, sobre amplias superficies, ni ondas de presión y de succión, así como tampoco una radiación de neutrones extremadamente peligrosa, que puede ser transportada a grandes distancias por el viento y la lluvia.
Según Richter, todo eso se aplica a las armas nucleares, pero no a las bombas sucias. El peligro inmediato de una bomba sucia difícilmente vaya más allá del de la propia carga explosiva, dice el investigador. A largo plazo, sin embargo, la radioactividad es, como mínimo, dañina para la salud y, dependiendo de la cantidad de radiación que una persona absorba, también puede ser fatal. De acuerdo con el tamaño de la explosión y el nivel radioactivo, habría áreas bastante grandes que podrían volverse inhabitables durante un cierto período de tiempo.
El miedo al terrorismo radioactivo
Las bombas sucias no son un arma nueva. Pero hasta ahora se usaban, sobre todo, como amenaza por parte de organizaciones o grupos terroristas. En 2003, la Policía confiscó dos cargamentos ilegales con cesio y estroncio en Tiflis y en Bangkok, que podrían haber servido para construir una autobomba sucia.
Un explosivo de este tipo, según escribió en ese momento Gebhard Geiger, investigador del SWP, habría requerido una evacuación a gran escala en un área densamente poblada, y luego una limpieza que habría costado miles de millones de dólares. El abogado y periodista estadounidense Steven Brill dedicó en septiembre de 2016 un artículo al tema, que fue portada en la revista política The Atlantic. “Is America any safer?”, es el título de la nota, publicada en el 15º aniversario de los ataques terroristas del 9/11. Según Brill, solo en 2013 y 2014 se denunció en 325 casos la pérdida o robo de material radioactivo, y esto, sin tener en cuenta las pérdidas no descubiertas de ese material que no fueron denunciadas.
Un hongo radioactivo luego de la explosión de una bomba atómica. (Imagen de archivo de un test nuclear en el atolón de Muroroa, en 1971.
¿Más daños psicológicos que físicos?
Un ataque en el centro de Washington D. C. con una bomba sucia de este tipo, que probablemente sería utilizada por terroristas, podría, según las investigaciones de Brill, provocar la contaminación radioactiva de 40 manzanas y costaría miles de millones descontaminarlas. Sin embargo, explica Brill, incluso sin una evacuación, no morirían más de unas 50 personas como consecuencia de la radiación, pero el mayor peligro sería el pánico en la población, por lo cual se debería informar bien sobre el tema a la gente.
Por el contrario, una bomba sucia de fabricación militar podría causar más daño, algo similar a la liberación de radiación en un accidente en una central nuclear, señala el investigador Richter. “Un ejemplo sería Chernóbil”, dice. En la central nuclear de Chernóbil, en el norte de Ucrania, uno de los reactores estalló por un desperfecto en 1986, y desde entonces el lugar está rodeado por una zona de exclusión de un radio de 30 kilómetros.
Ataque con bombas sucias sería “absurdo”
Empero, el excoronel del Ejército alemán cree que es bastante improbable, por distintas razones, que Rusia planee un ataque de ese tipo. En primer lugar, eso contradeciría la movilización de fuerzas, ya que, con ella “Rusia apuesta a la intensificación de la guerra con medios convencionales”.
Además, existe el peligro de que el viento transporte la radiación en dirección a las propias tropas. Y, en tercer lugar, se contaminarían territorios y partes de la población fiel al Kremlin a largo plazo. “Por eso pienso que el uso de ese tipo de bombas no solo sería irresponsable, sino también bastante absurdo”, sostiene el experto. El peligro de una escalada yace, según el experto, en las especulaciones de ambos bandos acerca del uso de bombas sucias: “También Ucrania ya habló de un ataque preventivo contra un posible ataque nuclear de Rusia”, concluye.
cp/ers