La escalada de la guerra en Ucrania, después de siete meses, presenta el momento más peligroso para la paz mundial, en un doble frente, el militar y ahora el económico. La exitosa contraofensiva del ejército ucraniano con amplia recuperación de territorio pone contra las cuerdas al presidente ruso, Vladimir Putin, evidenciando la crasa ineptitud de su ejército. Pero es un habilidoso jugador de ajedrez: su gambito se inicia con su amenazador discurso en la ONU; luego ejecuta un referéndum a punta de fusil entre las poblaciones rusas en los territorios disputados sobre si quieren anexarse a la “madre Rusia”; apoyan por mayoría aplastante, pero sobre una respuesta insignificante (2%). Serán ya declarados territorio ruso y esto justifica el uso de armas nucleares. Además, lo respalda la movilización de 300 mil reservistas. El gobierno del presidente estadunidense Joe Biden y la OTAN declaran ilegal el referéndum.
¿Qué harán ante hechos consumados? ¡Póker contra ajedrez!
La otra guerra, también en escalada, es la económica. La frágil economía rusa está cayendo en 10%, la inflación está desatada, las sanciones muerden, particularmente a los oligarcas e industrias. Es evidente que el inventario de armamentos se agota; ¿con qué recursos sostiene el incremento de tropas? Crece la oposición interna. Aquí la respuesta de Putin es frenar las exportaciones de gas, posible sabotaje al gasoducto, que provocará en Europa seria escasez y mayores precios en un severo invierno. Europa está muy débil, ya en recesión, agudizada por explosiva alza en tasa de interés de Estados Unidos, que provoca caída récord en el euro y la libra, problemas de deuda, bancos e inflación. Recesión en Estados Unidos. Los cambios políticos hacia la derecha, ya en ascenso en Francia (Le Pen), Alemania, Suecia. La situación se vuelve dramática con el triunfo neo-fascista en Italia y la reencarnación Thatcheriana en Inglaterra. ¿Quién aguantará más económicamente, Rusia o Europa? Todo nos recuerda la terrible década de los 30’s: “Gran Depresión” y preludio de la IIª Guerra Mundial.
Este severo deterioro económico, con posible crisis, que inciden sobre todos, puede ser un factor de sensatez y sentido de sobrevivencia que promueva un acuerdo de paz o, al contrario, la radicalización de los belicistas y ataques nucleares.
**Francisco Suárez Dávila. Embajador de México en Canadá (2013-2016)
Aislamiento en el ámbito internacional
A siete meses de la invasión rusa a Ucrania en una “operación militar especial para liberar al país de un gobierno nazi”, en realidad una guerra no declarada, las ambiciones imperiales de Rusia se han visto frustradas ante la ofensiva ucraniana para recuperar los territorios ocupados, en el oeste de la región del Donbás, y el incremento del suministro de armamento por parte de los países miembros de la OTAN. A pesar de que el Kremlin ha tratado de minimizar la importancia de la respuesta ucraniana recurriendo a la desinformación y en los últimos días al proceso de anexión a la Federación de los territorios ucranianos del Donbás mediante la celebración de pseudo-referéndums, se advierte el fracaso de los planes del presidente ruso, Vladimir Putin, en distintos escenarios.
Las recientes acciones de Putin, el reclutamiento de 300 mil elementos para reforzar el debilitado ejército ruso, (que ha provocado el éxodo de miles de hombres a países vecinos); la anexión ilegal de territorios ucranios a Rusia y la amenaza al uso de armas atómicas “en defensa de su integridad”, no ha logrado evitar lo que tanto temía, el encapsulamiento del país al verse rodeado por países miembros de la OTAN y su aislamiento en el ámbito internacional. Vemos con preocupación que, de consumarse la anexión a Rusia de casi 20% del territorio ucranio, se sentaría un precedente que daría lugar a justificar eventuales invasiones por parte de Rusia, a los países de Europa del este y del Cáucaso que orbitaban en la esfera de influencia de la antigua Unión Soviética. En el plano interno, Putin no ha logrado silenciar del todo a aquellos sectores que se oponen a su intervención en Ucrania, tales como el militar y un número creciente de ayuntamientos que piden su desafuero. Cabe destacar que la oposición a Putin proviene de la derecha, de militares y nacionalistas decepcionados por el mal desempeño de las fuerzas armadas. Esta situación inédita y sorpresiva ha tenido un gran apoyo de la población que ha sufrido la pérdida de miles de vidas en el conflicto, aproximadamente 50 mil soldados hasta ahora, lo que significa más de lo que Estados Unidos perdió en Vietnam.
** Héctor Cárdenas Rodríguez. Embajador retirado
China y la actual coyuntura nuclear
En la reciente Reunión Especial del Consejo de Seguridad ONU sobre Ucrania, el Ministro de Asuntos Exteriores y Consejero de Estado chino, Wang Yi, sostuvo que no hay espacio para prueba y error en lo referente a la seguridad de las instalaciones nucleares de uso pacífico y se debe evitar cualquier riesgo de accidentes. China, condenará enérgicamente cualquier acción que provoque de manera, premeditada o no, un accidente nuclear. En su reunión con Josep Borrell, Alto Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea, afirmó que en este momento la situación en Ucrania está mostrando una tendencia a la prolongación y la expansión con efectos secundarios negativos con tendencias muy severas, algo que China no desea ver. Destacó que actualmente, la tarea más apremiante es poner fin al conflicto. China no permanecerá al margen ni echará leña al fuego, sino que seguirá desempeñando su papel y apoyando a la UE y a los importantes países europeos para que sigan mediando activamente y realicen todos los esfuerzos posibles para lograr la paz. China defiende firmemente el sistema internacional de no proliferación nuclear y se opone inequívocamente a la práctica errónea de anteponer los intereses geopolíticos a los esfuerzos de no proliferación. China también promueve activamente la cooperación internacional sobre los usos pacíficos de la energía nuclear.
La política oficial china respecto al uso de armas nucleares, plasmad en el Military Papers de 2006 y ratificada desde entonces, establece que la estrategia nuclear de China se centra en la disuasión a través de la “represalia asegurada”. Esto significa que China cree tener la capacidad de sobrevivir a un ataque nuclear inicial y tomar represalias proporcionalmente. China mantiene sus armas nucleares en alerta baja, lo que significa que las ojivas y los misiles se almacenan por separado hasta que se emparejan en preparación para un ataque. De acuerdo con su postura nuclear, China mantiene una política de No Primer Uso (NFU). Esta política de larga data establece que China nunca será la primera en usar un arma nuclear en un conflicto, y solo como represalia por un ataque nuclear.
** Sergio Ley López. Embajador en China (2001-2007)
Sanciones, anexiones y presión del aislamiento
Hace algunas semanas, el presidente estadounidense Joe Biden advirtió a Rusia que “nadie gana” con una guerra nuclear. Es cierto, y en el pasado, lo que disuadía a los países de usar sus armas nucleares era la conciencia de que el costo de hacerlo superaba, con creces, cualquier beneficio. Era el fin del juego. Pero, como sucede con Pedro y el Lobo, recurrir a la misma amenaza, una y otra vez, suele trivializarla. Hoy ya nadie está seguro de que, en un acto desesperado, el presidente ruso Vladimir Putin no recurra a un ataque, quizá mínimo, con un arma nuclear, o química, o biológica, para demostrar que “no está alardeando”, como él mismo dijo.
¿Qué podría detenerlo? Una posibilidad es la anexión ilegal de los territorios ucranianos en donde hizo el referéndum: Donetsk y Lugansk, Khersón y Zaporiyia. En un escenario así, la comunidad internacional no acepta la anexión, como no lo hizo con Crimea, pero no hace más nada. Putin obtiene la victoria que quiere y se calman las aguas. Claro, a costa de que Ucrania pierda 15% de su territorio; de ceder, nuevamente, al chantaje ruso, con las consecuencias a largo plazo que ello puede tener -como el que otros países vean que con amenazas nucleares logran lo que quieren, y que Estados que se ven como el siguiente en la mira rusa, como Rumania, se den cuenta de que están solos-.
Otra posibilidad es que las sanciones económicas, que quizá en el corto plazo Rusia ha librado más o menos bien, junto con el descontento social que ha provocado en Rusia el llamado a los reservistas -ahora sí ya se dieron cuenta de que están en guerra-, genere tal inestabilidad en el país que Putin decida calmar los ánimos. O que el resto del gobierno le haga ver que es la mejor opción. Un escenario que incluya la salida del poder de Putin parece poco probable.
Un tercer elemento es la presión del aislamiento. Hasta ahora, Rusia ha contado con apoyo chino y de India. Principalmente el de China, al que lo vincula la enemistad con Estados Unidos, poco más. Pero para China, un conflicto ruso eternizado, que infunda miedo de que Beijing seguirá el ejemplo e invadirá Taiwán, en momentos en que el presidente Xi Jinping enfrenta un panorama económico difícil, no es algo positivo. En ese sentido, podría ejercer presión, como lo ha comenzado a hacer, para poner fin de una vez a la guerra en Ucrania. La tesis del quid pro quo con la anexión cobra, así, más fuerza.
**Guadalupe Galván. Editora
Disuasión nuclear en el siglo XXI
Actualmente existen suficientes armas nucleares, concentradas en unos cuantos países, para destruir varias veces el planeta. Estados Unidos las utilizó contra Japón en la SGM. Durante la Guerra Fría, a pesar de su acelerada expansión, las superpotencias se abstuvieron de usarlas al darse cuenta de que nadie tenía posibilidad de ganar una guerra nuclear que implicaría la destrucción de todos los contrincantes.
En esta lógica, las armas nucleares funcionan desde 1945 sólo como un disuasivo y nadie, hasta la llegada de Putin, las había utilizado para amenazar al resto si alguien interfiere en sus planes. Lo que sucede en Ucrania dista de ser un conflicto local, afecta a toda la comunidad internacional y obliga a tomar posición a las potencias con mayor capacidad económica y militar.
La diplomacia parece no funcionar con el actual gobierno de Rusia, prácticamente sin aliados políticos y/o militares. Las sanciones económicas podrían funcionar, en el largo plazo, pero no detienen la invasión militar ni sus creciente consecuencias. Tampoco se vislumbra en el corto plazo una oposición interna que pudiese obligar a un cambio en la actual posición de Rusia. En el escenario actual, solo la concertación entre las grande potencias, con voluntad e imaginación, política y militar, podría hacer una diferencia.
Luis HerreraLasso M. Director del Grupo COPPAN