Por Inder Bugarin
Bruselas.— Las plataformas populares como Facebook, Twitter, Tik- Tok, YouTube y Telegram, así como las aplicaciones de mensajería cifrada, como WhatsApp, Inbox y Messenger se convirtieron en instrumentos de empoderamiento de la delincuencia organizada en México, afirma International Crisis Group (ICG).
La organización especializada en prevención de conflictos reclama la intervención del gobierno y las empresas responsables, porque la falta de acción ante la circulación de información inexacta y la divulgación de propaganda del narco además alimenta los conflictos y eleva los riesgos para la población civil.
“Dada la importancia de las redes sociales en la difusión de información, las plataformas deben modificar sus algoritmos para degradar las publicaciones que apoyan a grupos criminales y trabajar con la sociedad civil para identificar cuentas confiables, incluidas las anónimas.
“Mientras que el gobierno mexicano debe redoblar sus esfuerzos para proteger a los periodistas, contribuyendo así a garantizar que el público cuente con fuentes confiables de información”, indicó.
Encabezada por Comfort Ero, antigua asesora del representante especial en Liberia del secretario general de Naciones Unidas, el organismo con sede en Bruselas sostiene que los más de 200 grupos criminales en México operan en completa libertad las redes para hacer de sus rencillas locales batallas digitales.
Explotan las cuentas para amenazar, intimidar y exponer a sus enemigos. Para ello, publican imágenes violentas, como fotos y videos de decapitaciones, palizas y tortura, así como material en el que aparecen nombres de personas que supuestamente trabajan con los rivales.
Las amenazas suelen ser directas. Por ejemplo, un presunto miembro del Cártel Jalisco Nuevva Generación (CJNG) publicó sobre un líder rival: “Tranquilo, que tu muerte no será tan fácil. Vas a sufrir porque debes mucha gente inocente”.
Los civiles no están exentos de las amenazas, en particular aquellos que informan sobre la violencia; está el caso del mensaje presuntamente escrito por Nemesio Rubén Oseguera Cervantes, El Mencho, líder del CJNG, en el que amenaza la integridad de la periodista Azucena Uresti por informar sobre el conflicto en Michoacán.
Los criminales recurren a las redes sociales además para exhibir su capacidad militar, coordinar ataques sin necesidad de conectarse a la red y reclutar personas.
Según la investigación, la captación de nuevos adeptos suele darse a través de anuncios de empleo en los que a menudo se ofrece buen salario; por lo regular se enrolan personas que buscan información en cuentas de miembros de grupos criminales.
“Escuché anecdóticamente que al menos la mitad de los casos de reclutamiento que se encuentran son personas que se acercan a quienes hacen publicaciones para los cárteles preguntando, ¿cómo me uno?”, cita ICG a un empleado de Meta.
Con la misma frecuencia explotan las redes para ganarse a la población y diseminar material que exalta a los cárteles, mostrándolos como parte de un estilo de vida lujoso y emocionante.
“Las organizaciones criminales también utilizan las redes sociales para difundir información que las hace ver como protectoras. Ahora son comunes los videos de grupos criminales distribuyendo ayuda [narcodespensas] a los ciudadanos tras el Covid-19 y desastres naturales”. El informe sostiene que los grupos criminales en México comenzaron a usar de manera sistemática las redes sociales a partir de la década de 2000; iniciaron subiendo videos de ejecuciones e interrogatorios en YouTube.
Al paso de los años fueron copiando la forma como el Estado Islámico de Irak y Siria administraba sus redes sociales para difundir propaganda yihadista. Facebook, la red con más de 110 millones de usuarios en un país, es donde mayor presencia tienen los clanes mexicanos.
Indica que las principales plataformas de redes sociales no han permanecido pasivas ante la problemática, cada una mantiene una serie de reglas bajo las cuales moderan los contenidos, pero “con demasiada frecuencia los criminales van varios pasos por delante de quienes deben regular sus actividades en línea.
“La descentralización, el uso de múltiples cuentas y la capacidad de trabajar a través de miembros y simpatizantes dificultan el seguimiento de las publicaciones de los grupos criminales”. Asegura que aplicaciones como Whats- App y Signal rara vez vetan a usuarios, mientras que X es la plataforma con menos restricciones para mostrar violencia.
“Siendo conscientes de la necesidad de proteger la libertad de expresión, tanto las plataformas de redes sociales como los funcionarios gubernamentales pueden hacer más para que el ámbito digital sea un lugar menos acogedor para los grupos criminales y para limitar su capacidad para promover sus intereses en línea”.
En concreto, propone colaborar más estrechamente con la sociedad civil para identificar a los actores criminales en línea, y hacer ajustes en los algoritmos para darle prioridad a los contenidos informativos de calidad frente al material que glorifica la delincuencia.
El gobierno por su parte puede contribuir protegiendo a los periodistas y enviando una señal inequívoca de que “una prensa libre y vibrante es esencial para el bienestar de la nación”.