Rusia incurrió anoche en un impago de su deuda externa por primera vez desde la Revolución Bolchevique de 1917, lo que aislar al país aún más del sistema financiero global tras las sanciones que le fueron impuestas por la guerra en Ucrania. El Kremlin negó que su país esté en situación de impago, pero admitió que, a causa de las sanciones internacionales, dos pagos no llegaron a sus acreedores antes de la fecha límite, el domingo.

El domingo por la noche concluyó un periodo de gracia de 30 días correspondiente a un pago de intereses que venció originalmente el 27 de mayo.

En respuesta, el Ministerio ruso de Finanzas emitió hoy un comunicado señalando que “la no obtención del dinero por parte de los inversores no es resultado de que no haya habido un pago, sino que está causada por la acción de terceros, algo que no está directamente considerado […] como un caso de impago”.

“Las afirmaciones sobre un cese del pago ruso son absolutamente ilegítimas”, recalcó por su parte a la prensa el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, en alusión a la información difundida por agencias de prensa financieras, que habían indicado que Rusia incurrió en un impago.

A causa de las sanciones ordenadas en respuesta a su ofensiva en Ucrania, Rusia ya no puede efectuar transferencias en divisas occidentales para rembolsar los intereses de su deuda exterior adquirida en dólares o en euros.

El 20 de mayo, Rusia anunció que había pagado intereses de dos deudas, de 71.25 millones de dólares y 26.5 millones de euros respectivamente, es decir, siete días antes de la fecha prevista para evitar que esas transferencias fueran bloqueadas a causa de las sanciones, que entraban en vigor cinco días después.

¿A cuánto asciende la deuda de Rusia?

Unos 40 mil millones de dólares en bonos extranjeros, de los cuales alrededor de la mitad están en poder de extranjeros. Antes del inicio de la guerra, Rusia tenía 640 mil millones de dólares en reservas en divisas extranjeras y oro, gran parte de ellos en el extranjero y se encuentran congelados en este momento.

Rusia nunca ha dejado de pagar su deuda externa desde la Revolución Bolchevique hace más de un siglo, cuando se derrumbó el imperio ruso y se creó la Unión Soviética. Rusia cesó pagos de su deuda interna a finales de la década de 1990, pero superó el impago con asistencia internacional.

Los inversionistas han previsto desde hace meses que Rusia caiga en un impago. Los contratos de seguros que cubren la deuda rusa han tasado una probabilidad de 80% de impago durante semanas, y agencias calificadoras como Standard & Poor’s y Moody’s han catalogado la deuda del país en nivel de basura.

¿Cómo se sabe si un país está en impago?

Las agencias calificadoras pueden disminuir la calificación a impago o una corte puede decidir esa cuestión. Los tenedores de bonos que tengan seguros de incumplimiento crediticio —conocidos como swaps— pueden solicitar a un comité de representantes de firmas financieras que decidan si el impago de una deuda puede dar paso al cobro del seguro, que todavía no constituye una declaración formal de impago.

El Comité de Determinación de Derivados de Crédito —un grupo de bancos y fondos de inversión— decidió el 7 de junio que Rusia no había cubierto los intereses adicionales requeridos tras pagar un bono después de la fecha de vencimiento del 4 de abril. Pero el comité pospuso la adopción de más medidas debido a la incertidumbre en torno a la manera como las sanciones podrían afectar cualquier acuerdo.

¿Qué pueden hacer los inversionistas?

La vía formal para declarar un impago es que al menos 25% de los tenedores de bonos digan que no recibieron su dinero. Si ello ocurre, las cláusulas estipulan que todos los demás bonos extranjeros también están en impago y los bonistas pueden entonces buscar que una corte obligue a que se cumpla el pago.

En circunstancias normales, los inversionistas y el gobierno en impago típicamente negocian un acuerdo en el que a los tenedores de bonos se les entregan nuevos bonos de menor valor pero que al menos les brindan una compensación parcial.

Pero las sanciones prohíben hacer tratos con el ministerio de finanzas de Rusia. Y nadie sabe cuándo concluirá la guerra ni cuánto terminarán valiendo los bonos en impago.

En este caso, declarar un impago y demandar “podría no ser la decisión más sensata”, dijo Auslander. No es posible negociar con Rusia y hay muchísimas incógnitas, así que los acreedores podrían decidir “esperar por ahora”.

Los inversionistas que querían deshacerse de la deuda rusa quizá ya lo hicieron y dejaron el asunto en manos de quienes tal vez compraron bonos a precios rebajados con la expectativa de conseguir alguna ganancia en un acuerdo de largo plazo. Y estos quizá prefieran ser discretos por algún tiempo para que no los asocien con la guerra.

Cuando un país incurre en un impago, puede ser excluido de los mercados de deuda hasta que resuelva la situación y los inversionistas recuperen la confianza en la capacidad y voluntad del gobierno para pagar. Pero Rusia ya fue excluida de los mercados occidentales de capital y cualquier regreso al mercado de crédito está muy lejos en el horizonte de cualquier manera.

El Kremlin todavía puede pedir prestado en rublos a nivel interno, donde depende principalmente de los bancos rusos para que le compren sus bonos.

¿Cuáles serían las consecuencias para Rusia?

Debido a las sanciones occidentales por la guerra, las compañías extranjeras abandonaron Rusia y se interrumpieron los vínculos comerciales y financieros del país con el resto del mundo. El impago podría ser un síntoma más de ese aislamiento.

Algunos analistas consideran cautelosamente que un impago de Rusia no tendría el tipo de repercusión global del impago de 1998. En aquel entonces, el impago de Rusia en bonos internos en rublos causó la intervención del gobierno estadounidense, que consiguió que los bancos rescataran a Long-Term Capital Management, un gigantesco fondo de cobertura estadounidense cuyo colapso se temía que pudiera sacudir al sistema financiero y bancario en general.

Los tenedores de los bonos —por ejemplo: fondos que invierten en bonos de mercados emergentes— podrían tener pérdidas graves. Sin embargo, Rusia sólo tenía una participación menor en el índice de bonos de países emergentes y las pérdidas se limitaron a inversionistas de fondos.

Aunque la guerra está teniendo consecuencias devastadoras en términos de sufrimiento humano y aumento de precios de los alimentos y la energía a nivel mundial, el impago de bonos de gobierno no sería “sistemáticamente relevante”, dijo la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva.

Desde finales de mayo, Rusia afirma que está saldando en rublos su deuda adquirida en dólares o euros, algo que también expone al país a una situación de impago.

La semana pasada, el ministro ruso de Finanzas, Anton Siluanov, tildó la situación de “broma”.

“No se trata de un impago de nuestro país si no del hundimiento artificial y deliberado del sistema internacional de pagos”, denunció el vicepresidente de la cámara alta del Parlamento, Konstantin Kosachev, en declaraciones a la agencia Ria Novosti.

El portavoz del Kremlin advirtió que Occidente no debería apropiarse, so pretexto de un impago, de los cerca de 300 mil millones de dólares de reservas financieras rusas que están congeladas en el extranjero debido a las sanciones occidentales ordenadas contra Moscú.

Estas reservas están “congeladas de forma ilegítima y cualquier intento de utilizarlas será igualmente ilegítimo, prácticamente será un robo”, subrayó.

Desde que las tres grandes agencias internacionales de calificación financiera dejaron de trabajar con Rusia, es una organización que agrupa a grandes bancos internacionales (Credit Derivatives Determinations Committees) quien evalúa si Rusia cumple o no con los pagos a sus acreedores.

En 1998, casi dos años antes de que Vladimir Putin llegara al Kremlin, Rusia, socavada por los efectos de la caída de la Unión Soviética, la crisis de las economías asiáticas y la bajada de los precios de las materias primas, se vio obligada a incumplir con los pagos de su deuda nacional y a imponer una moratoria a su deuda extranjera.

El país, cuya deuda pública en divisas extranjeras alcanzaba entonces los 141 mil millones de dólares, tuvo que esperar 12 años para poder endeudarse de nuevo en los mercados internacionales.

agv

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