Por Nicole Trejo

El fallecimiento de una de las vedettes más imponentes de la década de los 80, Sasha Montenegro, ha sido todo un acontecimiento. A pesar de que la actriz de origen hungaro estaba retirada de las pantallas hace varios años, durante su carrera dejó una huella inolvidable no sólo por su trabajo en cintas como “Bellas de noche” y “Pedro Navaja”, sino también por su imponente personalidad con la que logró cautivar a un presidente de México.

Fue durante un viaje que Sasha realizó a España donde se conoció con el exmandatario, en 1984. La actriz ya se había consolidado como una de las mujeres más guapas del espectáculo, e incluso era polémica por haber aparecido en un desnudo de 30 segundos, algo que era muy indebido para la época. Se encontraba de gira con la obra “Nunca en domingo”, cuando durante un descanso de la temporada decidió visitar sola Sevilla.

“Estaba en las calles de Sevilla y estaban estas procesiones que hacen, de pronto oigo que me dicen ‘¡Sasha!’, me dice ‘¿qué hace usted aquí?’ y le dije ‘no, ¿qué hace usted aquí señor?'”, recordó Montenegro durante una entrevista para el programa “En compañía de”, en 2013.

Por aquel entonces López Portillo ya había dejado de ser presidente hacía dos años, pero seguía casado con quien fue la primera dama, Carmen Romano, juntos tuvieron tres hijos.

“Yo no creo que eso haya sido amor a primera vista, lo que pasa es que el señor era impactante”, señaló la vedette.

“No era un hombre que dijeras guapo, pero era un señorón con mucha presencia, con una gran personalidad, obviamente con una gran cultura; era un hombre encantador”, agregó.

En ese momento López Portillo tenía 62 años, mientras que Sasha 38. La diferencia de edad entre ambos era de 24 años, pero eso no impidió que comenzaran un romance.

“Era un hombre maduro, fuerte, que hacía mucho ejercicio; un conquistador nato y de todo lo que yo conocía esto era algo diferente”, describió.

Tras aquel encuentro, la pareja se volvió a ver en Roma y Montenegro aseguró que disfrutaba de las pláticas que sostenían por el nivel cultural que el político tenía.

Un año después Sasha se embarazó, según aceptó, “por accidente” de su primogénita Nabila. Ahí fue donde comenzó la polémica, pues él aún no se había divorciado cuando su romance con la famosa ya se había hecho público.

“En México el ser presidente de la República era ser un rey, pero un rey por seis años porque después lo decapitaban. A mí me tocó cuando (López Portillo) ya estaba decapitado y me tocaron los ladridos y esta parte desagradable de la vida de un personaje así”, reconoció.

Tuvieron una separación provocada por la controversia, pero regresaron y poco después nació Alexander, en 1990. Y un año después, aunque iban en contracorriente y ante la desaprobación de la familia de él, principalmente su hermana Margarita, en 1991 se casaron por la vía civil.

“Fue una relación muy difícil porque siempre estuvo esta familia en contra, Margarita ha sido una mujer que siempre estuvo en contra de todas las mujeres que se acercaran a su hermano”, aceptó Sasha en el programa “Vidas al límite”:

“Él no era un hombre malo, tenía una parte débil y estuvo rodeado de gente que no lo favoreció en lo más mínimo y gente que tampoco lo quiso, donde hay intereses los seres humanos quedan a un lado”, destacó en entrevista con Gustavo Adolfo Infante.

Finalmente para 1995 lograron consumar su matrimonio con una ceremonia religiosa en la que estuvieron presentes sus dos hijos. Un momento que la actriz recordó como uno de los más emotivos de su vida, pero esa felicidad duró poco, pues el mismo año el también abogado sufrió un infarto cerebral que lo dejó muy debilitado y que propició los rumores de que Montenegro lo maltrataba.

Fue tal la presión social y familiar que se interpuso un juicio de divorcio contra ella que se creía que no había terminado cuando el López Portillo falleció en febrero del 2004, dejando a Sasha como su viuda, pero años después ella aclaró que la realidad fue que ganó el juicio y los magistrados federales no la divorciaron”.

Pero también señaló, que más allá de una propiedad a la que denominan “la Colina del perro”, fue todo lo que su entonces esposo le dejó cuando aún estaba vivo, como una donación y que el juicio de divorcio que la familia orquestó fue con la intención de quitarle ese bien inmueble.

“Empieza una lucha de intereses de todo lo que lo rodeaba. Nunca supe cuáles eran sus bienes, nunca estuve enterada, creo que a la fecha tampoco sé”.

No nos dejó nada, lo que sí nos dejó fue una cantidad de problemas y juicios terribles”.

mahc

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