Por Nicole Trejo

“¿Qué pasaría si una Nochebuena, que se supone es la velada con más paz del año, en una familia normal hubiera una muerte repentina? Ese dolor sería más intenso y difícil de olvidar que en cualquier otro día.

Eso es precisamente lo que vive Godlock, un hombre corriente, en esa fecha especial. Mientras disfruta de la calidez de su hogar en el jardín, su vida da un vuelco al presenciar la muerte de su hijo, un inocente niño que se topa con una bala perdida, resultado de un enfrentamiento entre delincuentes a solo metros de su casa.

Pero la historia de “Silent night”, la nueva película con Joel Kinnaman, no se limita solo a esta premisa. El personaje de Godlock queda atrapado en un silencio doble: emocional y literal, llevando a la película a un territorio inusual donde no hay diálogos.

“La audiencia está cansada de ver películas generadas por computadora, con efectos visuales, y traté de volver a la esencia del cine de antes, que tienen que ver con los sentimientos humanos y un buen mensaje”, asegura el realizador John Woo.

El director hongkonés regresa a Hollywood, después de cintas como “Misión imposible 2” y “Códigos de guerra”, se alejó del cine internacional para volver con un experimento que no solo junta la época navideña con la acción y el thriller, sino que también lo hace al estilo de las películas mudas.

El reto de hablar con la mirada

Para el papel principal, Joel Kinnaman, conocido por su actuación en RoboCop (2014), enfrentó un desafío único: se aisló de hablar con familiares, amigos y su pareja durante dos meses durante el rodaje. Esta inmersión total en el silencio fue esencial para capturar la esencia de su personaje en una película donde las palabras están ausentes.

“Tenía amigos que estaban muy felices cuando me quedé en esta película y decían: ‘Ahora vamos a tener tiempo para pasar el rato durante el rodaje porque no tendrás que ir a casa y aprender tus diálogos’, pero fue mucho más difícil después”, confiesa en entrevista.

“El texto y el diálogo normalmente te ayudan a impulsar la emoción y aquí tuve que crearlo todo por dentro, así que antes de cada toma actuaba como un loco: gritaba, pateaba cosas y simplemente intentaba trabajar en que los ojos tuvieran la intensidad y la carga emocional de cada momento”.

Al inicio de la trama, la vida de Godlock da un giro inesperado en su búsqueda de justicia por la muerte de su hijo. Durante una intensa persecución contra los culpables, sufre una herida en el cuello que lo deja mudo. Al salir del hospital, este cambio radical lo impulsa a transformarse en un experto tirador e investigador secreto.

A su lado está Saya, la madre del niño, interpretada por la colombiana Catalina Sandino, quien, sumergida en su propio duelo, observa cómo la obsesión de su esposo por hallar justicia va creciendo.

“En la vida real tengo un hijo de 14 años y solamente el hecho de pensar que le llegue a pasar algo a mi niño me da la certeza de que puedo llegar a enloquecer de la misma forma, como este hombre que sería capaz de enfrentar al mundo entero por su niñito. Me puse en sus zapatos, entendí a estos personajes”, señala Sandino.

La actriz, quien ha resaltado por su trabajo en series con temática del narcotráfico como María llena eres de gracia, acepta que, en ocasiones, hablar sobre las problemáticas crudas que involucran al crimen con la sociedad es necesario para alertar a los padres.

Sin voz, retratan injusticias

En la cinta, que se estrena el 1 de diciembre en cines, se deja ver también el sistema operativo de un grupo de mafiosos que, además de traficar armas y drogas entre pandillas, también afectan a pequeños niños que son sus víctimas en lugares públicos, lo que alimenta el odio del protagonista.

“El mundo en el que ellos viven es muy realista, donde hay personas que se matan unas con otras, un mundo centrado en la realidad actual, en la que es posible imaginar que esta historia pase en una realidad como la que nosotros estamos viviendo y permita al espectador identificarse con el amor incondicional de un padre”.

México fue uno de los países en los que se rodaron algunas de las escenas más peligrosas de la historia, en específico Metepec, en el Estado de México.

Las escenas ocurren cuando el protagonista se enfrenta a los mafiosos, pero en la realidad el protagonista acepta que la producción procuró que siempre se sintiera como un lugar seguro.

“A los mexicanos les gusta reír y les gusta burlarse unos de otros, y en una película como esta, donde sabes que son noches largas, el rodaje fue bastante difícil y tienes que mantener el ánimo alto. Todos en el equipo siempre se reían, pero de una forma muy respetuosa y profesional. Me encantó eso”, recuerda Kinnaman.

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