Problemas de financiamiento tanto en el sector público como en el privado que impactan en la calidad de los servicios, prolongadas demoras en los turnos de atención, médicos por lo general mal pagados —lo cual deriva en protestas sindicales y paros de actividades que afectan a los pacientes— son algunos de los denominadores comunes de los sistemas de salud de la región y que trazan un panorama inquietante y con no pocos interrogantes de cara al futuro.
En la mayor parte de las naciones de la región coexisten el sistema público y el privado, que sufren (y reflejan) los vaivenes políticos y las crisis económicas recurrentes en forma directa. En muchos de ellos se ha establecido una articulación entre ambos sectores para suplir las carencias en la esfera estatal.
En México conviven tres “subsistemas”: seguridad social, servicios de salud pública para personas sin seguridad social y sector privado. Existen problemas de financiamiento porque durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador se redujo el presupuesto para el área y solamente hubo un ligero aumento durante la pandemia de Covid-19. Las citas médicas tienden a retrasarse por meses, y en casos extremos hasta un año, debido al déficit de médicos y enfermeras en el sector público.
Tres de cada 10 mexicanos no tienen acceso a los servicios de salud y sólo 72% de la población tiene una cobertura de salud básica, el nivel más bajo entre los 38 países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Las protestas de los médicos y enfermeras son constantes para exigir aumentos salariales y también insumos para trabajar, por su alto valor.
Jorge Cano, coordinador del programa de Gasto Público de México Evalúa, calificó la herencia del anterior gobierno como un “retroceso” en términos de acceso a los medicamentos, vacunación, de prevalencia de enfermedades crónicas, de enfermedades infecciosas (que van reemergiendo), lo que va a generar retos importantes para la administración que acaba de asumir.
En Venezuela, aproximadamente 80% de la población depende del sistema público debido a la gratuidad de los servicios, mientras que 20% restante utiliza servicios privados. Las tecnologías médicas avanzadas han incrementado los costos, especialmente en el sector privado. El sistema público enfrenta serios problemas de financiamiento, lo que resulta en una falta de recursos, medicamentos y personal.
Aunque hay profesionales capacitados, las instalaciones suelen estar en mal estado y hay largas demoras entre la solicitud de un turno y la cita con el médico. El sistema privado ofrece una cobertura más rápida y de mayor calidad, pero a un costo elevado. Las huelgas y protestas del sector salud son comunes.
En Argentina conviven el sector público, el privado y el de la seguridad social. En el sector público, la atención es sin costo para el paciente, mientras que en el privado o de la seguridad social existe el copago (arancel de bolsillo por fuera de la cuota mensual), de acuerdo con los distintos planes de cobertura.
Causas
Entre las principales causas de la crisis estructural del sistema de salud argentino está la incorporación de nuevas tecnologías sin una evaluación técnica que compare su costo-efectividad para las distintas enfermedades. La atención de los profesionales goza de buen concepto una vez que el paciente accede a la prestación, no así el funcionamiento del sistema sanitario, por las demoras para conseguir turnos de atención programada y la burocracia con los financiadores para los trámites de cobertura de servicios o medicamentos.
El sistema de salud de Chile también es mixto con un sector público (Fonasa) y otro privado.
El público funciona de manera poco eficiente y tiene crecientes listas de espera, mientras que el privado está compuesto por las Instituciones de Salud Previsional (isapres) y las clínicas particulares. Esta estructura dual permite a los ciudadanos elegir según sus necesidades y posibilidades económicas. Según datos de la Encuesta Casen 2022, 78.9% de los chilenos se encuentran afiliados a Fonasa, mientras que 15.3% está en el privado. Debido a la crisis que atraviesan las isapres, los afiliados a éstas han estado migrando al seguro público y en Fonasa se estima que hoy hay más de 16 millones de personas. En los últimos años, el sistema ha enfrentado una serie de desafíos, incluyendo las listas de espera en el sector público. Para septiembre de 2024 había más de 2.5 millones de personas aguardando por una atención.
Las condiciones de atención en el sector público de Perú son igualmente deficientes, según un estudio encargado a Videnza Consultores. Un 95% de los establecimientos presentan infraestructura y equipamiento inadecuados. Otro problema es la falta de profesionales capacitados: sólo hay 10 médicos por cada 10 mil habitantes; la falta de medicamentos esenciales en dos de cada cinco establecimientos genera demoras significativas en la atención. La situación salarial de los médicos en Perú ha generado múltiples reclamos.
En Brasil se creó el Sistema Único de Salud (SUS), financiado con fondos públicos. Cubre a todos los brasileños, es decir, más de 200 millones de personas. Incluso quienes tienen planes de salud privados son usuarios del SUS en cuanto a vacunas, vigilancia sanitaria y servicios de urgencia. Gonzalo Vecina, profesor de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Sao Paulo (USP), señala que los planes privados son muy caros y que durante la última década la cifra de afiliados “se ha mantenido estable”.
Destaca además que una diferencia entre los sistemas público y privado, además del acceso, es el tipo de servicio prestado: el SUS proporciona una atención integral, es decir, medicina curativa y preventiva, como ocurre con la vacunación. El sistema privado no brinda medicina preventiva. Aunque los expertos lo reconocen como uno de los programas de salud pública más avanzados del mundo, el sistema brasileño enfrenta desafíos, principalmente la falta de financiación. El SUS es tripartito, es decir, es financiado por el gobierno federal, los estados y los municipios.
El sistema de salud en Colombia también está organizado bajo un modelo mixto, público y privado. Aunque ha logrado garantizar el acceso a la salud para casi toda la población y ha logrado sobrevivir económicamente a circunstancias imprevistas como la pandemia por Covid-19, hoy se encuentra sumido en una de las crisis más dramáticas de los últimos 30 años. El gobierno de Gustavo Petro ha planteado reformar el sistema para eliminar el modelo vertical y priorizar la atención primaria en salud. Si bien en Colombia existe la regulación de precios de los medicamentos, para evitar la especulación, en la práctica hay problemas de escasez o precios elevados que afectan el acceso a ciertos remedios esenciales.
También en República Dominicana el sistema es mixto. En líneas generales, quienes pertenecen al régimen subsidiado acuden a la red pública, mientras que, salvo algunas excepciones, la población del régimen contributivo se atiende en establecimientos privados. La demora en las citas médicas en el sector público es motivo de queja entre los pacientes, mientras que en el sector médico, lo son los salarios (el sueldo promedio se encuentra por debajo de mil dólares para una jornada laboral de menos de 30 horas semanales).
En El Salvador existe un sistema de salud público con oferta privada. En 2023, 70% de la población se atendió en el sector público, y 30% en el privado. Los usuarios del sistema público siguen enfrentando carencias como la falta de medicamentos. Además, en los últimos años, los sindicatos del sector salud han denunciado una “fuga de médicos” por salarios poco competitivos y malas condiciones laborales.