El contrabando de pistolas, escopetas, ametralladoras, municiones, cargadores y otros accesorios bélicos, de Estados Unidos hacia México, no es sólo cosa de hombres.
Una de cada tres personas involucradas en procurar que el armamento llegue a manos de los cárteles mexicanos y otras organizaciones no estatales es de sexo femenino.
Las mujeres están involucradas prácticamente en todos los roles de esta actividad, desde la compra y venta, hasta la transportación, el establecimiento de contactos y el resguardo de mercancía. Igualmente desempeñan actividades de alto riesgo, sicariato y posiciones de liderazgo. Esta conclusión se desprende de una investigación realizada por la organización especializada en la materia con sede en Ginebra, Small Arms Survey, en la que se examina la participación de la mujer en el tráfico de armas pequeñas.
El estudio fue realizado con financiamiento del Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania y por expertos que han estudiado los distintos roles que desempeñan las mujeres en los delitos con armas, a partir de perspectivas como el extremismo violento, la delincuencia transnacional, la trata y el activismo político. Debido a que el conocimiento en la materia es limitado, el trabajo se centró en examinar la situación en Níger, Ucrania y Estados Unidos.
“El informe muestra que los roles de las mujeres son más significativos de lo que comúnmente se supone”, detalla.
Para determinar el papel de la mujer y el hombre en el tráfico de armas en Estados Unidos se examinaron distintas bases de datos, informes de tribunales y los casos relacionados con el tráfico hacia otros países.
Los expertos identificaron 90 casos relacionados con actividades delictivas entre 2007 y 2020, en la que 489 personas fueron procesadas en 20 estados de la Unión Americana. Las operaciones involucraron además 40 países o territorios de destino de tráfico de armas pequeñas.
“Al menos un tercio de los acusados eran mujeres. Más de la mitad de los casos involucraban tráfico a México”, detalla el documento.
El estudio revela que la práctica más común en la que las mujeres participan es la compra de armas, seguido por el transporte.
Una posible explicación de esto, detalla, es que muchas son detenidas por los agentes durante la consolidación del negocio o el desplazamiento de la mercancía.
“Hombres y mujeres desempeñaron funciones de adquisición en un número similar de casos: 68 y 61, respectivamente”.
De los 90 casos investigados, 74 incluían información sobre los métodos de contratación. En la gran mayoría de los casos, 80%, las mujeres se presentaban como las compradoras usando una identidad falsa. Para traficar las armas usan compañías de transporte, vehículos privados, camiones, servicios de mensajería y vuelos comerciales. También quienes intentan pasar a pie las armas del otro lado del río Bravo.
Prácticamente igual que los hombres, participan en las tareas de empaquetado y almacenamiento, y en menor medida en operaciones de reclutamiento y de divulgación para expandir la red de clientes potenciales.
“Más hombres que mujeres fueron citados desempeñando roles de liderazgo o coordinación”; sólo en dos de 17 casos se dijo que la mujer estaba a cargo de la operación.
“Los roles principales de las mujeres en el tráfico de armas, con algunas excepciones, es el de colaboradoras o cómplices en el crimen”.
En cuanto a los factores que impulsan a las mujeres a participar en esquemas de tráfico de armas, hay desde la necesidad económica hasta el involucramiento planificado.
Casi la mitad de los casos de la base de datos estadounidense exhibe lazos familiares o relaciones románticas entre los acusados.
En algunas ocasiones, tanto hombres como mujeres dicen que familiares o parejas íntimas los presionaron o los convencieron para participar en el sindicato criminal.
La drogadicción, así como los problemas financieros, son otra fuente propulsora. Pone el ejemplo de una pareja que compró 16 rifles semiautomáticos AK-47 y tres calibre .50 con la intención de introducirlos clandestinamente a México para su dealer a cambio de dinero y drogas.
“Estos patrones se repiten en los informes, mujeres que compraron armas de fuego para hombres conocidos o por razones económicas”. Otras fuentes también sustentan la valoración de que las mujeres realizan esta actividad para sus seres queridos, ya sean familiares, amigos o parejas íntimas, a cambio de drogas o con fines económicos, ya sea de forma voluntaria o por coacción o desconocimiento.
“El informe encuentra que los vínculos entre las mujeres y las armas pequeñas van más allá de víctima. Los datos recopilados en Níger, Ucrania y Estados Unidos apuntan a percepciones, conocimientos y enjuiciamientos documentados de mujeres en los siguientes roles de tráfico de armas: adquisidoras y compradoras, vendedoras; mensajeras, transportistas; recolectoras de información, intermediarios; mediadoras, corredoras; roles de apoyo y asesinas”, concluye.