Israel es hoy un país volcado en la guerra contra Hamas en Gaza.
Los ataques perpetrados por el grupo armado palestino en territorio israelí el pasado 7 de octubre causaron rabia e indignación en Israel y llevaron a su gobierno a lanzar una operación militar a gran escala en la Franja con el objetivo declarado de destruirlo.
Pese a toda la sangre derramada y a los llamamientos de la comunidad internacional para alcanzar un alto el fuego y una pausa al sufrimiento de los gazatíes, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, insiste en que la operación se prolongará durante “muchos meses más”.
En Israel, donde el servicio militar es obligatorio y tiene gran protagonismo en la vida de los ciudadanos, los asesinatos y secuestros perpetrados por Hamás provocaron una ola de patriotismo exacerbado y de apoyo a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), como se conoce al ejército.
En ese contexto, el joven de 18 años Tal Mitnick no dudó en ir contracorriente y recientemente se convirtió en el primer israelí encarcelado por negarse a participar en la guerra.
Cuando fue llamado a filas, compareció en el centro de reclutamiento asignado y allí comunicó su negativa a empuñar las armas.
“Tomé la decisión cuando me di cuenta de que mi conciencia no me permitía tomar parte en las acciones y en las ideas contra los palestinos”, le dijo a la periodista de la BBC Rebecca Kesby.
“No podía participar en la ocupación ni en un cuerpo que cree que la violencia es la manera de solucionar los problemas”.
Fue condenado a pasar 30 días en una prisión militar, en la que tuvo que vivir como un soldado, justo lo que no quiere ser.
Estaba recluido, sujeto a una disciplina castrense y tenía que pasar ratos largos en posición de firmes.
Pero el castigo no le ha hecho cambiar de opinión.
La semana que viene debe presentarse de nuevo y volverá a negarse a combatir, porque está convencido de que la guerra es absurda y solo provoca un dolor innecesario.
Sostiene que la historia del conflicto entre israelíes y palestinos le da la razón.
“Toda la violencia que hemos visto en los últimos 70 años no ha solucionado nada. Necesitamos cambiar y el único cambio que vemos es hacia más violencia. Más violencia y más sangre no van a arreglar nada”.
Los ataques de Hamás hicieron aflorar la sensación de muchos israelíes de que su país vive bajo una “amenaza existencial”.
Se tiene muy presente el intento de exterminar al pueblo judío que supuso el Holocausto y las sucesivas guerras que ha librado el Estado israelí a lo largo de la historia contra sus vecinos, donde todavía hay actores, como Hamás o Irán, que no reconocen su derecho a existir.
Mitnick aclara que, pese a su postura crítica hacia la guerra, rechaza frontalmente la violencia de Hamás.
“Los ataques fueron horribles y totalmente injustificados; todos en Israel han perdido a alguien más o menos cercano, pero no podemos permitir que ese dolor resulte en un sentimiento de venganza, no podemos permitir que el ejército haga lo que Hamás nos hizo a nosotros, no podemos dejar más familias en el dolor”, defiende.
Pero entre sus compatriotas hay quien no entiende su decisión.
“Ha sido duro porque se me ha presentado como un traidor, pero mis opiniones son legítimas”, sostiene.
“¿Qué sentido tiene esto?”
Para él, la guerra de Gaza no supone solo un trágico despliegue de violencia que ha costado ya miles de vidas, entre ellas las de más de medio millar de soldados israelíes, sino que además es contraproducente para su país.
“Cuando empecemos a buscar la paz, cuando el país realmente empiece a ver a los palestinos como seres humanos será cuando lograremos tener seguridad”.
A pocos días de tener que presentarse de nuevo, se muestra resuelto a no dar su brazo a torcer y no quiere recurrir a alguna de las argucias administrativas que podrían librarle de una más que probable segunda condena, como alegar problemas mentales, porque se niega a asumir que sus convicciones puedan ser consideradas un problema mental.
Cree que el tiempo le dará la razón: “Con el tiempo la gente verá que mi decisión es la correcta y no voy a cambiarla. Nadie debería poner su vida en riesgo”.
“Que el gobierno envíe a toda esa gente a morir por nada no va a traernos ninguna seguridad y estamos viéndolo con más soldados y civiles que mueren cada día. Hamás no se está debilitando. ¿Qué sentido tiene esta guerra aparte de la venganza?”.
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