Brasilia.— El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, mantiene el silencio tras su derrota en la segunda vuelta de las presidenciales, y ese silencio aviva las protestas de camioneros que no aceptan el triunfo del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva.

El ministro de Justicia, Anderson Torres, ordenó ayer reforzar “todas las acciones” que permitan la normalización en las carreteras del país. El Supremo Tribunal Electoral brasileño ordenó después el “despeje inmediato de las vías”.

Camioneros que se dicen seguidores del líder ultraderechista, que aspiraba a la reelección, montaron entre la noche del domingo y ayer lunes más de 270 bloqueos en carreteras de 20 de los 27 estados de Brasil para protestar por la victoria electoral de Lula, que atribuyen a un supuesto fraude. La Policía Federal de Carreteras comenzó a adoptar medidas para retirar los camiones atravesados y hasta anoche se reportaba el levantamiento de 75 bloqueos.

Pese al silencio incómodo del mandatario, quien según algunos ministros respetará el resultado electoral pero evitará felicitar a Lula, la transición de poder ha comenzado.

Así lo anuncio el ministro de Presidencia, Ciro Nogueira, quien dijo haber entrado en contacto con voceros de la campaña de Lula para anunciar su disposición a iniciar el proceso de cambio de gobierno. La transición de gobierno está prevista en la legislación brasileña y prevé que el presidente en ejercicio y el electo nombren equipos de trabajo en un plazo de 48 horas tras las elecciones para que coordinen el proceso y garanticen la transferencia de datos e informaciones.

El vicepresidente de la República, general de la reserva Hamilton Mourao, también dio un paso para facilitar la transición. Según voceros de la campaña del PT, Mourao entró en contacto con el vicepresidente electo, Geraldo Alckmin, para ponerse a disposición para el trabajo de empalme y hasta ofrecerle una visita al Palacio de Jaburu, la residencia de los vicepresidentes.

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