Washington.— Dos mensajes claros y directos resultaron ayer del hallazgo de los cuatro estadounidenses secuestrados en Matamoros, dos de ellos asesinados. El primero, de legisladores republicanos, incluso de algunos medios, para que el presidente Joe Biden “haga más” contra los cárteles mexicanos, incluyendo la intervención de las fuerzas armadas.

El segundo, de parte del gobierno de Estados Unidos con la exigencia de justicia y la advertencia de que no se detendrá hasta que los secuestradores y asesinos paguen: “El Departamento de Justicia será implacable en la búsqueda de justicia”, afirmó en un comunicado el fiscal general, Merrick Garland.

Su voz fue secundada por el portavoz de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby: “Vamos a trabajar de cerca con el gobierno mexicano para garantizar que se haga justicia en este caso”, dijo a periodistas.

Ned Price, portavoz del Departamento de Estado, aseguró: “Haremos siempre lo que sea más efectivo y lo que esté en nuestras manos para que estos grupos rindan cuentas”.

Detalló que los cárteles mexicanos ya están sancionados por Estados Unidos, pero insistió en que Washington usará “cada herramienta prevista en la ley para trabajar con los socios mexicanos” en contra de esas organizaciones.

Price consideró que la violencia del narcotráfico supone “un desafío a largo plazo” para ambos países y aseguró que Estados Unidos le dedica toda su atención: “Cooperaremos y trabajaremos de forma colaborativa con nuestros socios mexicanos en todos los ámbitos para abordar la inseguridad, el narcotráfico y las amenazas a la seguridad en nuestra frontera”, afirmó.

La portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, reiteró: “Los ataques a ciudadanos estadounidenses son inaceptables, donde quiera que sea y bajo cualquier circunstancia” y añadió que el gobierno de Joe Biden ha “intensificado la coordinación” con el de México “para garantizar la seguridad a lo largo de nuestra frontera compartida”.

Estados Unidos quiere justicia, y la quiere ya. Sin embargo, a la vez que el gobierno enviaba un mensaje unísono al de México, del lado de la oposición republicana estalló la furia hacia lo que consideran “inacción” de la Casa Blanca.

La idea de designar terroristas a los cárteles mexicanos y avalar que las fuerzas militares estadounidenses actúen contra los narcotraficantes cobra forma e intensidad: “Voy a presentar una legislación para convertir a ciertos cárteles de la droga mexicanos en organizaciones terroristas extranjeras bajo la ley estadounidense y preparar el escenario para usar la fuerza militar si es necesario para proteger a Estados Unidos de ser envenenado por cosas que salen de México”, aseguró uno de los republicanos más influyentes en el Senado, Lindsey Graham, entrevistado por la televisora Fox News.

El senador y exprecandidato presidencial en 2016 lanzó varios mensajes al gobierno mexicano: “Si no limpian su desastre, nosotros los limpiaremos por ustedes” y recordó la sugerencia que hizo el exfiscal William Barr de “ponerse duro con México”.

Según Graham, “esto no se trata sólo de los secuestrados. Número uno, haría todo lo posible para recuperarlos. Haría lo que hizo [el expresidente Donald] Trump. Pondría a México sobre aviso. Si sigues dando refugio seguro a los traficantes de fentanilo, entonces eres un enemigo de EU”, insistió.

La idea de declarar terroristas a los cárteles ronda desde hace meses, incluso años, desde el gobierno de Trump, y cobró fuerza cuando en febrero fiscales republicanos de 21 estados exigieron a Biden tomar esa medida para enfrentar el tráfico de fentanilo.

El representante Dan Crenshaw también utilizó el caso del secuestro para impulsar su iniciativa de permitir que las fuerzas armadas actúen contra los cárteles: “Dos de los cuatro estadounidenses secuestrados por los cárteles en México fueron asesinados y todavía no hemos declarado a los cárteles objetivo militar. Es hora de que autoricemos la fuerza militar contra ellos. ¿Está escuchando, López Obrador? Nos encantaría que fueras nuestro aliado. Ayúdenos a ayudarle”, tuiteó.

Periodistas bombardearon a Price y a Jean-Pierre con preguntas sobre por qué Biden no cambia de estrategia, cuando “están masacrando” a los estadounidenses. Hasta ahora, Biden no ha dicho una sola palabra.

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