Aunque el gobierno de Joe Biden cumple solo su primer aniversario, Estados Unidos ya piensa en las próximas elecciones presidenciales, en 2024. Es por eso que, en rueda de prensa, le preguntaron al demócrata cuáles eran sus intenciones para la contienda, y lo dejó claro: está satisfecho con su vicepresidenta, Kamala Harris, y quiere que sea su compañera de fórmula electoral en los comicios de dentro de dos años.
El aura de Harris, quien llegó a la vicepresidencia haciendo historia (la primera mujer en acceder al cargo, así como la primera afroamericana y de origen indio o asiático), se ha diluido con el paso del tiempo. De futura estrella del partido ha pasado a un rol muy secundario, consecuente con su cargo casi de comparsa pero lejos de lo que se esperaba de ella. Además, las noticias de mal ambiente en su equipo, con varios cambios de personal, habían enrarecido la situación de la vicepresidenta.
La confirmación de Biden, quien insiste en su intención de presentarse a la reelección -aunque tendrá 82 años-, es un espaldarazo a su número dos, que tiene entre manos temas complejos como el derecho a voto y el tema migratorio; si bien retrasa las posibles opciones de que Harris se presente a la presidencia.
La rueda de prensa de Biden sirvió también para hacer balance de su primer año de mandato, un tiempo que considera que el país avanzó en la buena dirección, un año “de enorme progreso” con éxitos como la creación de empleo. Sin embargo, reconoció que “el trabajo no está hecho”, y tiene mucho por delante.
Sus cifras de popularidad están bajo mínimos y la sensación que hay en la sociedad no es tan optimista como la que presentó el presidente. Biden culpó de eso no a que quizá se excediera en sus promesas electorales de cambio, sino a la oposición sólida y frontal de los republicanos, que bloquean su agenda.
En ese sentido, incluso retó a los conservadores a exponer públicamente alguna idea política que tengan en su carpeta, además de crear trabas a sus ideas. “No anticipé que habría un esfuerzo tan incondicional para asegurarse de que lo más importante fuera que el presidente Biden no hiciera nada”, se resignó.
Para 2022, año de elecciones legislativas clave para el control del Congreso y por tanto el futuro del primer mandato de Biden, el presidente prometió que viajará más por el país para contar sus ideas de futuro para Estados Unidos.
En el mismo foro, Biden confirmó el cambio de tono que quiere implementar en su relación con Latinoamérica.
“Solíamos hablar cuando era un joven en la universidad del patio trasero de EU, pero no es el patio trasero, creo que al sur de la frontera con México es el patio delantero de EU. Somos gente igual”, dijo el presidente, recordando que, en su etapa de vicepresidente en la administración de Barack Obama, viajó varias veces a la región. De la misma manera, reconoció que “tenemos grandes dificultades” para restablecer la relación en el continente, por “los errores que cometimos en los últimos cuatro años”.
Una parte importante de la conferencia se centró en las tensiones con Rusia y la posibilidad de que invada Ucrania. Al respecto, Biden pronosticó que habrá invasión. “Creo que todavía no quiere una guerra en toda regla”, dijo el demócrata, quien se mostró convencido de que el presidente ruso, Vladimir Putin, va a “poner a prueba” a Occidente y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
El estadounidense argumentó que Putin está “tratando de encontrar su lugar en el mundo entre China y Occidente”. “Tiene que hacer algo”, resolvió, aunque advirtió -como viene haciendo desde hace días- que si finalmente toma el camino de la agresión militar, “le va a doler mucho”.
“Creo que pagará un precio muy serio por ello, creo que ahora no piensa que le va a costar lo que le costará, y se arrepentirá de haberlo hecho”, avisó. Serán sanciones “que nunca antes ha visto”, y que servirán para que Rusia “rinda cuentas si invade” Ucrania.
La pelota está en el tejado de Putin, que tiene en sus manos, según dijo Biden, despertar las medidas punitivas. Unas sanciones que el estadounidense dejó entrever que dependerán de qué tan grave sea la acción militar. La declaración hizo arquear las cejas a más de uno ya que, según qué lectura, podría estar abriendo la puerta a una pequeña incursión.
“Si realmente hacen lo que son capaces de hacer… será un desastre para Rusia si degradan más (la situación) e invaden Ucrania”, sentenció.