El narcotráfico y la participación del Estado en este negocio multimillonario, “no han parado de crecer”, al grado que el país pasó de ser uno de tránsito a uno que incursionó ya en la producción de cocaína.

Tales son las conclusiones de “La revolución de la cocaína en Venezuela”, un profuso estudio de más de tres años de Insight Crime, agrupación no estatal de Colombia que investiga al crimen organizado transnacional, difundido la semana anterior y del que EL UNIVERSAL tiene copia.

En este esquema, tanto el presidente Nicolás Maduro como el número dos del régimen venezolano, teniente del ejército en reserva y diputado, Diosdado Cabello, son jugadores clave. El primero, como guardián de las redes internacionales del contrabando de drogas que operan en suelo venezolano e importan cocaína de Colombia para reexportarla a México, Estados Unidos, América Latina y el Caribe, Europa y Asia. El segundo, como la “cara pública” del negocio y líder del Cártel de los Soles, la red narcotraficante que funciona en el aparato militar de Venezuela.

En el documento, Insight Crime exhibió la agresiva penetración narcocriminal en Venezuela que el fallecido expresidente Hugo Chávez (1954-2013) legó a Maduro.

El actual mandatario “asumió (en 2013) la presidencia de uno de los centros más importantes de distribución de cocaína del mundo, y con él heredó un ‘narcoecosistema’ único, donde se había borrado la línea entre la delincuencia organizada y las instituciones del Estado”, precisó la organización.

El negocio ha proliferado, añadió. “En la era Maduro, el tráfico de drogas se ha atomizado con una proliferación de actores que buscan acceso a la riqueza prometida” y la participación de Venezuela “en la cadena global de suministro se ha expandido más allá del tránsito de drogas, con las primeras incursiones en la producción de cocaína”.

“Hoy tenemos el sistema de producción de cocaína en Colombia, replicado en Venezuela. Hemos confirmado la presencia de plantaciones de coca en Zulia, Apure, Táchira y Amazonas”, detalló Jeremy McDermott, codirector de InSight Crime, en un panel donde se discutió el informe.

Hasta ahora, Colombia se mantiene como el principal productor mundial de esa droga, seguido por Bolivia y Perú. Pero McDermott se cuestionó si, en un futuro, Venezuela pueda sumarse a este grupo de principales productores. “Un país que ingresa como productor de droga, no es fácil que salga de ahí”, recalcó en el panel Sebastiana Barráez, periodista venezolana especializada en crimen y conflicto.

La investigación aportó elementos claves sobre Maduro:

  • Es improbable que tenga conocimiento de transacciones específicas de tráfico de cocaína o que esté involucrado personalmente. Sin embargo, Maduro y su régimen se posicionaron como guardianes del narcotráfico en Venezuela.
  • El control clientelista que Maduro ejerce el gobierno sobre las instituciones políticas, militares y judiciales significa que el régimen está en posición de decidir quién tiene permitido beneficiarse del narcotráfico y de otras economías ilícitas, como contrabando (de mercaderías), malversación de fondos, tráfico de armas y explotación ilegal de oro.
  • El narcotráfico cobró importancia como componente de las estrategias de Maduro para aferrarse al poder ante los embates sufridos por su gobierno por las constantes crisis socioeconómicas y políticas de Venezuela.
  • El objetivo de Maduro tampoco fue apoderarse de las riquezas del tráfico transnacional de cocaína, sino controlar y canalizar su flujo, usándolas como mecanismo para premiar a los poderes políticos, militares y criminales que el mandatario necesita para mantener control del gobierno.
  • Para Maduro y sus aliados, controlar este complejo ecosistema de narcotráfico constituye un delicado acto de malabarismo. El tráfico de drogas, el Estado y el chavismo en Venezuela están cada vez más fracturados y divididos. Hay demasiados actores y competencia entre grupos narcotraficantes rivales y con divisiones de las fuerzas de seguridad y facciones políticas rivales.
  • El sistema se desmorona periódicamente en luchas de poder locales, fallas de comunicación entre nodos traficantes o porque los involucrados rechazan ceñirse a las reglas tácitas.

Cara pública

Acerca de Cabello, Insight Crime alertó que sus “huellas están en todas partes”, alertó, al recordar que aparece “organizando exportaciones de droga” a Centroamérica, México y Europa.

Cabello surge “negociando cargamentos de varias toneladas” con las disidencias de las ahora disueltas guerrillas comunistas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) o “supervisando personalmente la entrega de ametralladoras, municiones y lanzacohetes a la guerrilla como pago por cocaína”, puntualizó.

Uno de los aspectos más impactantes de la indagatoria es sobre el rol del Cártel de los Soles: a decir de Insight Crime, su propósito central es ayudar a un presidente chavista a aferrarse al poder. Maduro encabeza un Estado casi en bancarrota y bajo presión constante de los opositores, del chavismo y del mismo Estado.

Para afrontar estos desafíos, el Cártel de los Soles tuvo que ajustarse, hasta pasar de ser una red de tráfico poco cohesionada a un elaborado sistema de patronaje utilizado para distribuir la riqueza del tráfico de drogas entre los que, “en los ojos de Maduro”, son necesarios para mantener la estabilidad del régimen.

Rechazan acusaciones

Maduro y Cabello han rechazado tener relación alguna con el narcotráfico y, por el contrario, alegan que combaten sin cesar al narcotráfico. El régimen atribuye las acusaciones al acoso político de Estados Unidos contra la revolución socialista bolivariana que Chávez comenzó a instalar en febrero de 1999 tras ganar los comicios de diciembre de 1998 y que asoció con la revolución comunista de Cuba.

Cabello incluso demandó, y ganó la demanda, contra el diario El Nacional, por haber difundido reportajes publicados en los diarios The Wall Street Journal, de Estados Unidos, y ABC de España, que revelaban que él era investigado por fiscales estadounidenses por sus presuntos vínculos con el narcotráfico. La Justicia terminó por entregarle la sede del periódico venezolano al diputado.

Lo cierto es que en marzo de 2020, y en pago por información para el arresto y el enjuiciamiento de ambos, Estados Unidos ofreció una recompensa de 15 millones de dólares por Maduro y de 10 millones de dólares por Cabello, en una persecución por “narcoterrorismo” que incluye a al menos 12 personajes de la cúpula política, militar, policial, judicial, legislativa y gubernamental chavista.

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here